Antes de partir les quiero contar que he pasado toda la
mañana con mi polola jugando Súper Mario, estuvimos pegadas en el castillo 6 como
2 horas… Les juro que ya estábamos con ataque al píloro…
Bueno, ese fue un mini dato al margen, continuemos con la
historia. En el capítulo anterior les contaba de la mina loca que se puso a
elongar cuando la cita había pasado de un bar a su casa, o sea chiquillas para
mí es obvio que si me invitan a su departamento es para tener sexo, no para que
me hagan clases de educación física y si la mina no quiere sexo, no sé que haga
cualquier cosa menos gimnasia… Fue una de las experiencias más freak que he
tenido en mi vida, una de varias en todo caso…
Bueno, la cosa es que las mujeres me estaban volviendo loca,
si iba a intentar ser heterosexual, no podía estar jugando con niñas, así que
decidí dejarlo todo atrás. Como no estaba estudiando en la universidad,
acuérdense que me bajó la locura espacial y congelé, me puse a trabajar de
garzona en un bar de Vitacura. Estuve como un año en esa. Tranquilita,
durmiendo de día y laburando de noche. Sin presiones sexuales, ni minas a mí
alrededor. Una maravilla. Bueno, la cosa es que un día, cerca del tiempo en el
que me salí del bar para empezar a ponerme las pilas para volver a estudiar,
aparece en el pub un ex compañero de colegio del gordo, para efectos del blog
le vamos a poner Diego. Pucha, fue bakán verlo, nos repartimos teléfonos y nos
empezamos a juntar un montón.
Obvio Dieguito era gay y aunque estaba hiper adentro del
closet, tenía un pololo y varios amigos y amigas del gremio, así que como si el
destino quisiera decirme algo, empezamos a salir a carretear, hasta que me
terminé enganchando con una chiquilla, muy guapa en honor a la verdad, ella tenía
18, iba a entrar a estudiar y yo ya estaba en mis 23 primaveras. Como era más
pequeña la chiquilla, en su familia no sabían que era torta, pero como buena
adolescente tampoco le importaba mucho. Al principio era increíble estar con la
mina, salíamos a carretear, nos juntábamos a tirar en su casa o en la mía. Su
colegio estaba al lado de mi departamento así que como yo andaba de vaga,
después de clases se iba a verme. Esa tema fue de sexo compro, sexo vendo, sexo
arriendo. Todo con harto romanticismo también, onda la iba a ver al colegio en
el recreo, le llevaba chocolates, muy tierna yo. Y la pendex cada vez más
enamorada.
Ahí vino el problema. Esta mina se empezó a enganchar cada vez
más y súper rápido. Como era pendeja y tenía varios problemas en su casa; sobre
todo con el papá, se aferró un montón a mí, al nivel de que quería verme todo
el día, todos los días y me empecé a agotar. Además, debo reconocer que entre
medio me presentó a su mejor amiga. Demasiado mina también, (han cachado que
como que las weonas minas se huelen, onda se encuentran y se hacen amiguis,
todo el grupo puras wachonas, en fin). El tema es que la loquilla me empezó a
gustar y yo a ella también, pero no podíamos hacer nada, yo estaba pololeando,
entre comillas en verdad, porque jamás le dije ¿quieres pololear conmigo?, pero
esas para mí por lo menos son tonteras, si al final es la mimas cosa.
Pucha, la pendex se verdad quería consumir todo mi tiempo
libre, que era todo mi tiempo… Y la amiga cada vez me gustaba más, al nivel de
que hablábamos todos los días por teléfono de lo mucho que nos gustábamos. Llegó
un momento en el que no soporté más y mandé a pendex pa’ la casa. Le lloró como
una semana a la amiga que no podía sentirse más culpable, pero yo también le
gustaba. Esas cosas pasan.
Al final a pendex se le calmaron las pasiones y dejó de
llorar, obvio no la vi más, pero con la amiga decidimos seguir viéndonos y ver qué
pasaba, obvio a escondidas, lo cual era perfecto, para ella por su amiga y
porque estaba extremadamente adentro del closet, o sea sus viejos eran cuáticos
y para mí porque tampoco mi familia sabía nada, es que después de lo de mi
padrastro mi mamá me preguntó qué onda conmigo y le dije que nada que ver, que
habían sido tonteras, que no se preocupara.
Bueno, con la amiga felices, como 3 meses saliendo, la mina
me encantaba, teníamos ene onda, era guapa, nos gustaban las mismas cosas, todo
maravilloso, pero siempre a escondidas. La cosa es que una noche fuimos a
carretear y después me dice que me quede en su casa porque su familia viajaría fuera
de Santiago. Bakán, copetes, sexo, pelis y más sexo, en esa estábamos, en
pelota encima de su cama cuando llegan sus viejos. Maaaaal casi nos da un
infarto, me metí al closet en pelota, con la ropa en la mano, ella se puso
pijama a la velocidad de la luz y su mamá entra a la pieza, estuvieron como 10
minutos conversando, yo a punto de desmayarme de los nervios… Hasta que la
niñita atinó en pedirle un vaso de agua a la mamá, yo encerrada en el closet me
vestí, no sé cómo y cuando la mamá salió de la pieza tuve que arrancar por la
ventana. Esa fue la última vez que nos juntamos, demasiado el estrés para mí.
Mejor era la pendeja.