No sé si a alguna o alguno de ustedes le ha pasado eso de
perder por completo la conexión con el mundo exterior, subirse a la micro y
mirar por la venta como el universo sigue avanzando mientras uno está
completamente detenido, caminar por las calles y sentir que no avanzas,
sentarte, observar a la gente pasar, ver como algunos ríen, conversan mientras
otros caminan serios y apurados, siguiendo la máquina, sus rutinas, continuando
con sus vidas. Esa sensación le ha
tenido en dos etapas, la primera fue durante el tiempo de limpieza de drogas y
alcohol, aumentada exponencialmente desde el momento me que la hermana del
gordo me acusó y mi mamá me castigo… La otra se las contaré en la siguiente
temporada.
No me arrepiento de haberme salido de ese mundillo tan tóxico
en el que estaba metida, fue lo mejor que me pudo pasar, pero no sabía qué
hacer con mi vida, estaba completamente desorientada. Me puse a trabajar en el
negocio de mi vieja, para hacer algo y para salir de la casa, de mi encierro. Fue
una idea que armamos juntas con mi mamá, porque ella por su depresión; que
después de 4 años no desaparecía luego de enterarse de que su marido era gay,
negoció su salida de la empresa en que trabajaba y le pagaron buena plata. El
tema fue que las dos andábamos tan mal emocionalmente que nos fue pésimo con la
pyme. Terminamos en la ruina, tuvimos que cerrar el negocio después de casi 1
año intentándolo y nos fuimos a vivir un tiempo con mi abuelita, mi tía y mi
prima. Fue terrible, duramos como 3 meses ahí y arrendamos un departamento
chiquitito en el centro. Las cosas empezaban a mejorar, pero yo seguía perdida,
no sabía si volver a estudiar, ponerme a trabajar, o volverme loca de nuevo con
las drogas. Me sentía sola.
Durante ese tiempo apareció una vez el gordo, como si nada
hubiera pasado antes, como si esa noche en la que su amiga me atacó y me habló
pestes de la abogada nunca hubiera existido. Llegó sin avisar, años que no nos
veíamos, y la verdad me dio una lata tremenda que estuviera ahí, ¡qué
hipocresía! aparecer después de todo, después de que su hermana me acusó,
tiempo en el que ni siquiera me llamó, nada y ahora, estaba ahí sentado en mi
living tratando de hacer como si todavía fuéramos amigos. Lo invité a un café y
le pregunté qué quería. Nada, verte, conversar, me respondió. - Chuta, podría
haberse preocupado antes, pensé. Pero no
le dije nada, sólo hablamos un rato, ya ni siquiera me acuerdo mucho de qué,
sólo sé que le dije que lo que me hizo su hermana nunca se lo iba a perdonar,
que fue una maldad de picada porque no quise quedarme a carretear con ella, que
eso no se llama preocupación, porque si lo hubiera sido, podría haber estado
más cerca mío cuando de verdad estaba hundida en las drogas. Él me miraba con cara de ¿qué culpa tengo yo? Y
es verdad, no la tenía, pero estaba picada, siempre pensé que ellos eran mis
mejores amigos, como mis hermanos, y me traicionaron una y otra vez. Esa era la
sensación y aproveché de vomitarle todo
lo que sentía y pensaba. No estuvo más de una hora en mi casa. Pasaron varios
meses sin que volviéramos a hablar.
El problema de estar sólo y tener tiempo libre es que se
ocupa para pensar y como decía mí bis abuelo “no piense mijita, no piense, mire
que se complica más la vida” y pucha que es verdad. Como cuando me contaron que
la abogada se iba a casar, que estaba enamorada de su compañera de universidad,
que se fue a cortar las venas en la puerta gritándole su amor y todas esas
patrañas, me dediqué a andar más arriba de la pelota que nunca en mi vida, eliminé
el tema. Claro hasta que me llegaron la sobriedad y la soledad. Llegó un
momento en el que no podía dejar de pensar en el tema, ella daba vueltas día y
noche por mi cabeza, era como si algo nos estuviera uniendo. No era amor, no me
sentía enamorada, sí habían veces en las que la extrañaba, en las que sus besos
me hacían falta, sentarnos a conversar, no sé, fue una etapa difícil de
explicar.
Con todo mi mundo patas para arriba y con la necesidad de
desahogarme empecé a escribir la que espero algún día sea mi primera novela
editada. Habla de amor, sexo, drogas, alcohol, rencor, perdón, soledad, luz y
oscuridad. De perdonar y perdonarse, de conocer sin buscarlo al verdadero amor,
de dañarlo, perderlo e intentar recuperarlo. De ser lesbiana en una familia cristiana,
de misas de domingo, de te prefiero puta que maricona. De aceptación y
rechazo. Bueno, de verdad lo que más quiero es que algún día ese proyecto que
es como mi guagua, claro un embarazo de más de 7 años, vea la luz.
En fin, dicen que soñar es gratis. Bueno, más arriba les
contaba que con el gordo no volvimos a hablar en meses, y así no más fue, hasta
que un día, me llama por teléfono con una voz de cahuinero que no se la podía.
- Weona, me dice, a mí y a otras amigas nos acaba de agregar
a Facebook la abogada, es que revisa y si te agregó a ti no la aceptes, esa
mina está loca y te juro que si vuelves a contactarte con ella yo no te hablo
más.
- Ok, le dije, voy a revisar.
- Ya galla y me llamas a penas te metas, para contarme qué
onda, o sea para la mina, qué le pasa, si no nos hemos visto en mil años, obvio
que quiere volver a ser mi amiga.
- Ya, reviso y te
llamo, le dije.
Obvio, no estaba ni ahí con responderle, o sea qué se cree
venir a amenazarme. Pobre.
Tuve que rogarle un rato a mi mamá para que me dejara meterme
a Facebook, le dije que era importante, que el gordo me había pedido que
revisara una cosa. Me costó pero logré convencerla. Tenía como 300 notificaciones,
como 25 mensajes y varias solicitudes de amistad. No me conectaba hace meses.
Entre todas esas estaba la solicitud de la abogada y un mensaje de ella:
“Hola, soy… (la
abogada), no sé si te acuerdas de mí. Era amiga del gordo… Necesito hablar
urgente contigo, este es mi teléfono por si puedes llamarme o envíame el tuyo”
El corazón a mil, ¿qué quería? Me transpiraban las manos,
corrí donde mi mamá, le pedí su celular. La llamé…
- Hola, soy la Anto. Me dejaste un mensaje en Facebook.
- Hola, sí, necesito hablar contigo, decirte algo importante.
- Ok, dime.
- No, por teléfono no puede ser. Nos podemos juntar?
- Ok, cuándo?
- Mañana puede ser?
Ya era de noche. Quedamos de salir al día siguiente a
tomarnos un café.