viernes, 10 de abril de 2015

Entre drogas, sexo y Rock and Roll.

Es extraño, pero al escribir los capítulos de esta etapa tan bizarra de mi vida como que me vienen maripositas en la guata, una suerte de angustia y ansiedad súper difíciles de explicar… Es que en poco tiempo pasaron tantas cosas que me cuesta organizar las ideas y los tiempos…

Bueno, para ser bien honesta con ustedes fue una etapa oscura, con el paso de los meses me empecé a meter cada vez más profundamente en la cocaína y el copete, me dejaron de importar mi mamá, hermanos y familia en general, mi vida se convirtió en un eterno carrete, el único día en el que no estaba arriba de la pelota era el domingo, que lo ocupaba para deprimirme, estar a oscuras en la pieza y dormir lo más que pudiera, ahí empezaron los conflictos con mi compañera de departamento, que no concebía un fomingo y se dedicaba a organizar carretes y asados con amigos, yo al principio enganchaba, pero a medida que fui metiéndome más en el mundillo del carrete, fui necesitando con más fuerza mi espacio personal, mis domingos en silencio y soledad. De hecho una vez me dio tanta rabia porque tenían el griterío que salí de la pieza en pijama y los eché a todos a gritos para fuera del departamento, incluida a mi compañera. Al otro día llegó con dos completos del Doggis que quedaba cerca para pedirme disculpas por el ruido.

La verdad andaba insoportable, ni yo me aguantaba, es que lo único que me subía el ánimo era llegar al bar, tirarme un par de líneas, tomarme un copete y ponerme a garzonear. No todos se daban cuenta que andaba arriba de la pelota y varias veces pude pinchotear con minas bien ricas, las lesbianas ABC1 de las que les contaba en el capítulo anterior. El problema es que no pasaba de un pinchoteo, de echo me acuerdo una vez que una mina demasiado guapa, - que era azafata-, me invitó al cine, fuimos a ver La sagrada familia, y yo estaba tan carreteada que me quedé dormida viendo la película y la pobre loca alucinada, le encantó, obvio fui una lata, no pudimos comentar nada y como que se enojó, es más: nunca más me pescó. Y yo iba con toda la esperanza de agarrármela y empezar a salir con ella. Fail.

Así fueron pasando por mi cuerpo varias chiquillas deliciosas. Con la mayoría era una cachita loca por la noche y después nos convertíamos en buenas amigas, lógico de carrete, es que de verdad las minas sanas no me pescaban ni en bajada, porque al principio no se daban cuenta pero rapidito cachaban que andaba entera dura por la vida y lógico les cargaba el cuentito de la maldita cocaína. Bueno, hoy en día yo también evitaría a una mina jalera.


Como andaba caminando por la vida con la cabeza en cualquier parte no se me ocurrió mejor idea que agarrarme al barman del bar, trabajaba con mi compañera de departamento, era súper lógico todo en ese lugar, dos en la barra y yo sola garzoneando, pero en fin, ese es tema aparte. La cosa es que empecé a pescarme a este weón de puro pasada que andaba, además el tipo era tan jalero que ni se le paraba, lo cual la verdad para mí era súper cómodo, el tema es que el weón era tan pasado que sabiendo que yo era lesbiana igual estaba conmigo pero se ponía celoso de toda mina que me hablara o se me acercara, complicado pensando que trabajaba de garzona en un bar gay friendly, salimos como dos semanas porque una vez estaba en la cocina conversando con una mina y este tipo se volvió loco, la echó cagando del bar y a mí me trató de pegar, de echo me tiró un combo y alcancé a cerrar la puerta de la cocina. Por una milésima de segundo no me dejó un ojo morado y por la misma milésima le atrapé la mano con la puerta y casi se la quebró. Al final la dueña del bar lo terminó despidiendo por violento y jugoso. Al tiempo después apareció haciendo escándalo y tuvimos que sacarlo a patadas. Todo una finura. Así pasé varios años, entre drogas, sexo y Rock and Roll.

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