La verdad quería que llegara este momento, quería terminar de
contarles mi historia, de compartirla con ustedes, demostrarles que a pesar de
las dificultades, si mantenemos la frente en alto y logramos sentirnos
orgullosas de quienes somos, todo va poco a poco mejorando. Pero ahora, tengo
sentimientos encontrados, me da tristeza despedir a la Anto, - mi querido alter
ego,- ese personaje que me prestó su nombre para contar mis vivencias, mis
aventuras, mis dolores, ese amor profundo que me transformó, que me convirtió
en la mujer que hoy día soy. Pero llegó el final. Y así termina esta etapa de
mi vida, una etapa en la que salí del closet, frente a mi familia, amigos y
trabajo:
Si no te aceptaba iba a perder a mi hija, me dijo mi suegra
en ese primer fin de semana que pasamos juntas en la parcela. Duras palabras
pero reales. Quizás la abogada no iba a alejarse de su mamá físicamente, sin
embargo, ya durante esos dos años en los que no la aceptó, en los que tuvo que
vivir oculta, se había formado un abismo emocional entre ellas, ya no eran las
amigas íntimas que en algún momento fueron. Ya no quedaba mucho que compartir y
su mamá lo sabía. Era cosa de tiempo, para que la abogada dejara la casa de sus
padres y comenzara una nueva vida, sola o en pareja, pero lejos de ellos.
Como yo estaba haciendo la práctica profesional, el domingo
en la tarde tuve que volver a Santiago, pero nunca más dejé de ir, todos los
viernes partía a compartir con mi novia y su familia, las primeras veces aún
nerviosa, todavía mostrando sólo la mejor parte de mi personalidad, comía poco
y trataba de ser más bien callada, ahora hablo harto más y como casi hasta
enfermarme jajajajaja.
Lo divertido de la situación era que su mamá no nos dejaba
dormir juntas, entonces teníamos que esperar a que se quedara dormida para empezar
a gatear hasta la pieza de la abogada. En eso nos pescó el terremoto del 27 de
febrero del 2010. Durmiendo cucharita cuando todo se empieza a mover. Los
perros ladraban y la suegra gritaba “como lo hablamos, como lo hablamos” y yo,
bueno, yo detrás preguntando: “¿cómo lo hablaron?” fue tanto el caos que tomé
en brazo al perro más gordo y grande de la casa – un cocker obeso – y la abogada
con su mamá, que son harto más altas que yo, agarraron a los dos yorkshire
enanos. Salimos al patio (así lo habían hablado) y obvio bajando unas
escalinatas casi nos caemos, terminé literalmente a poto pelado porque el
perrito pataleaba y me bajaba los pantalones.
Después del terremoto nos sentamos en la terraza a intentar
llamar por teléfono, ellas al papá de la abogada que estaba en Santiago y yo a
mi mamá que estaba sola en nuestro departamento. Fue imposible comunicarnos.
Que angustia más grande. Como a las 7 de la mañana recién pude hablar con mi
mamá. Ahí recién nos fuimos a acostar. Esa fue la primera noche que con
autorización dormí con la abogada.
Todo se dio tan rápido que ahora me acuerdo y pienso guau las cosas de la vida. Y ojo, no lo
digo por el terremoto, si no que por lo que pasó después. Es que de no querer
ni siquiera saber mi nombre, con la suegra terminamos íntimas, con pequeñas
diferencias de opinión y de carácter; - las dos somos escorpiones, así que
cuidado -, pero llevándonos excelente y poco a poco comenzando una relación de
confianza, cariño y respeto. A tal nivel que en junio de este año (2015)
viajamos las dos solas de vacaciones a Bayahibe y aunque a muchos le impresione
o digan que aburrido lo pasamos
increíble.
En fin, sigamos con la historia, en mayo del 2010, con la
abogada ya estábamos desesperadas por vivir juntas, por un tema de espacio en
el departamento de mi mamá (éramos cuatro personas en un dormitorio), me fui un
par de meses a donde mi abuelita, pero no estaba cómoda y coincidió con que
iban a pintar su departamento por lo que era complicado que yo me quedara más
tiempo ahí. Así que ese fue el momento preciso para que la abogada se la jugara
como nunca por mí y por la relación. Habló con sus papás y les pidió que me
fuera a vivir con ellos. Luego de una conversación y de dejar las reglas
claras, me aceptaron en su casa.
Estuve viviendo con ellos hasta enero del 2011. Tras una fuerte
pelea con la abogada, las cosas iban más o menos hace un par de meses, decidí
volver al departamento de mi mamá. Ya no me acuerdo bien qué fue lo que pasó,
pero aunque no lo crean una cáscara de plátano que había que ir a votar a la
basura fue la gota que rebalsó el vaso. Estuvimos cerca de una semana peleadas
y con la relación terminada.
La abogada llorando el quiebre en la parcela, yo con mi mamá
en el departamento odiando al mundo, a la abogada y a la vida. Una tarde me llamó,
no quería darse por vencida; le pedí que me demostrara que me quería, que se la
jugara por mí. Viajó a Santiago a buscarme. Inmediatamente volvimos a estar juntas,
pero no viviendo, sólo pololeando.
Ese año por fin terminé la universidad y me fui a pasar todo
febrero a la parcela con su familia. Después de que me fui de la casa no
quedaron muy contentos conmigo, pero en pocos días las cosas se solucionaron y
después de que me dieron mi nota de examen de título me junté con mi mamá a
celebrar y al otro día me fui al campo. Llegué en la tarde, estaban la abogada,
una amiga y la suegra, me agarraron entre las tres y me tiraron a la piscina,
con malteo incluido. Por fin había cerrado una etapa de mi vida, un ciclo que
tuve abierto durante demasiados años. Ahora sólo faltaba que la abogada se
titulara. Estaba en proceso de estudio para su examen de grado.
Como ya se habrán dado cuenta no he tenido una vida muy fácil
y tranquila, pero todavía faltaba lo peor. Fue el 21 de marzo del 2011 a las 6
de la tarde, una fecha que nunca voy a olvidar. Estaba en la universidad de la
abogada leyendo un libro mientras ella estudiaba, cuando me llama mi mamá, para
decirme que me fuera a la clínica Alemana porque mi hermano había tenido un
accidente. Partimos lo más rápido posible, pero yo sabía que ya era tarde.
-
Mi
hermano murió, le dije a la abogada. Ella me respondió que no fuera fatalista,
que haciendo deporte debe haberse quebrado una pierna o algo.
- No,
le dije. Él murió.
Minutos después llamé a mi mamá, me contestó mi tío. Falleció
me dijo. Lejos el dolor más profundo que he sentido en mi vida. Estuve desde
ese 21 de marzo maldito hasta principios de mayo acostada, nuevamente viviendo
con la abogada. No quería saber del mundo, ni levantarme, ni nada. Pero me
obligó a buscar trabajo. Así con el dolor al hombro comencé mi carrera como
periodista en chilevisión un 5 de mayo del 2011. Lugar en el que hasta hoy trabajo.
La verdad, todavía cargo con el dolor,
todavía extraño a mi hermano, tenía sólo 17 años, una vida que dejó sólo
preguntas imposibles de responder. Un forado intenso en los corazones de mi
mamá, mi hermana y mío. El único consuelo es pensar, creer y saber que tenemos
un ángel que nos cuida en cada paso que damos. Ángel que nos acompañará por
siempre.
Con la abogada seguimos juntas, en octubre del 2011 pudimos
arrendar nuestro primer departamento, nuestro hogar. El trato era que yo mantenía
todo hasta que ella pasara el grado, lo daría en diciembre. Por esos azares de
la vida el asunto se alargó un año más, hizo su práctica, - 6 meses trabajando
gratis para el Estado -, y luego por fin pudimos celebrar que ambas habíamos
logrado terminar nuestras carreras a pesar de todas las dificultades que
tuvimos. Que encontrara trabajo fue otro tema, estuvo cerca de 10 meses
cesante, el dinero escaseaba, hacíamos gimnasia bancaria con amigos y
familiares para llegar a fin de mes y más de una vez quise terminar la relación
por culpa del vil dinero. Pero logramos superar los embates de la vida, incluso
en marzo del 2013 adoptamos a nuestra primera hija perruna, la Mafalda. Lo más
lindo que nos ha pasado en mucho tiempo. Una cosa exquisita que se ríe cuando
llegamos y que cuando está enojada en vez de morder o ladrar te da besitos. Es
definitivamente puro amor.
Ufff con la abogada hemos pasado de todo, pero el amor,
respeto y una amistad profunda nos ha mantenido juntas hasta hoy y espero que
por toda la vida.
Esta es mi historia. Aún quedan muchas páginas en blanco por
escribir, con nuevas experiencias, aventuras y espero con un final feliz. Ojalá
convirtiéndome en la escritora que sueño ser.
Gracias a todas y todos por leerme y acompañarme en este viaje
literario que emprendí el 14 de enero de este mágico e impredecible 2015. Y
esto, no es una despedida. Como les he contado estoy escribiendo mi primera
novela y el martes 4 de agosto subiré el primer capítulo en este blog. Espero
me acompañen también en ese viaje.
Besos infinitos.
CG (Anto para los amigos)