lunes, 13 de abril de 2015

Jugando a ser gay.

Mi compañera de departamento, que era buena para el copete pero harto más sana que yo, no consumía ningún tipo de sustancias químicas, se juntaba harto con sus amigos del colegio, y entre ellos apreció la periodista, una mina heterosexual que me gustó desde que la vi. Tenía mucha onda, era simpática, divertida, nos caímos increíble desde que nos vimos y yo la verdad lo único que quería era comérmela, pero mi “moral” entre comillas, no me lo permitía. Bueno, la verdad me daba lata intentar algo que era prácticamente imposible, pero les juro que sentía que teníamos mucha onda. Habían noches en las que ella nos iba a ver al bar y después pasábamos el carrete a mi departamento y nos quedábamos toda la noche conversando, de que había química, la había, eso era innegable.

Bueno, la cosa es que llegó un momento en que estaba que cortaba las huinchas por agarrármela, pero todos me decían que no fuera mala, que no lo hiciera. Hasta que una noche, estaba con una de mis mejores amigas de la vida comiendo en la casa del gordo. ¡Sí! Entre medio reapareció tímidamente el gordo en mi vida, pero nos veíamos tarde, mal y nunca, así que todavía no es tema. La cosa es que de repente me llama mi compañera de departamento para avisarme que estaban carreteando con sus amigos ahí por si quería unirme más tarde. Comimos, conversamos un rato y le pedí a mi amiga que me fuera a dejar a mi casa. En el auto le conté que me quería comer a esta mina, me dijo que no, que por favor no lo hiciera, que iba a puro cagarle la cabeza (me tenía tanta fe mi amiga). La cosa es que logró convencerme. Ok, no voy a hacer nada, le dije.

El tema es que llegué al departamento y estaban todos medios pasaditos de copas, me senté en un sillón y la periodista se me sentó al lado. Empezó a hablarme bien de cerca, me hacía cariño en la pierna, me tomaba la mano, me estaba todo lo que es joteando. No lo podía creer, en una me paro al baño, a hacer pipí y ésta loca entra detrás de mí. Yo figuraba sentada en el wáter y ella se inca en el suelo y me manda el tremendo beso. Terminamos tirando encima de la lavadora. Hasta sexo oral me hizo. Quedé pa’ dentro, o sea la mina seca y se suponía que era primera vez que estaba con una mujer. Afuera los chiquillos empezaron a cachar que nos estábamos demorando mucho y tenían el griterío, agarrándonos para el weveo con cuática. Salimos del baño muertas de la risa y obvio haciéndonos las tontas.

La mina me gustó y harto, pero les juró que no tenía idea para donde iba la micro con ella, es que no hubo beso de despedida, ni llamado al otro día, pero durante un tiempo largo cada vez que nos veíamos agarrábamos, pero en un baño, en la cocina del bar, cero romanticismo de por medio. Como que por un momento llegué a sentir que me había salido el tiro por la culata. En buen chileno fui por lana y salí trasquilada. Se suponía que era yo la que no podía hacerla sufrir, era yo la lesbiana que estaba dando vuelta a una mina heterosexual. No entendía nada.

Un día ya estaba tan colapsada con el tema que la llamé y la invité a tomarnos un helado, en la tarde, para conversar. Necesitaba preguntarle ¿qué onda? Ahí la mina me la puso corta y clara, si fueras hombre estaría completamente enamorada de ti, pero eres mujer, no puede pasar nada más entre nosotras.

Eres mujer, no puede pasar nada más entre nosotras, doloroso, pero ok, es tu decisión. No puedo hacerme una operación de cambio de sexo para que quieras se mi polola, así que chao, de verdad no va a pasar nada más, ni un beso, ni nada. Quedamos súper en buena onda, comprensible, la mina, según ella, era heterosexual y está bien, cada uno tiene sus procesos y yo no soy nadie para apurarlos, pero tampoco podía exponer mi corazoncito a que la mina siguiera jugando a ser gay.


4 comentarios:

  1. De esas hay tantas todavía, les odio! xD

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    1. Te juro que después de esa experiencia aprendí la lección y nunca más me fijaría en una mina hetero...
      Gracias por leerme!
      Un abrazo!

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    2. jajajaja...no estoy tan segura si reirme o unirme a la causa de victima.
      un abrazo.

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    3. Yo ha estas alturas me río, pero pucha que sufrí.

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