viernes, 17 de abril de 2015

Una traición que nunca le voy a perdonar.

Antes de contarles cómo fueron esos meses de encierro y auto rehabilitación voy a retroceder un poco en el tiempo. ¿Se acuerdan que les comenté que con el gordo nos estábamos viendo de vez en cuando? Bueno, la cosa es que dentro de esos encuentros una noche llegué del bar, como a las 3 de la mañana, a su casa, tenía el tremendo carrete, con amigos de él y de sus hermanas, compañeros del colegio y de las distintas Universidades, la casa estaba llena desde el living comedor hasta las piezas, era un caos, parecía carrete gringo. Yo me paseaba con mi piscolita en la mano de un grupo a otro, media arriba de la pelota y bien puesta; es que antes de salir del bar me había tirado un par de rayitas.

En esa andaba cuando llegué hasta el grupo donde estaban el gordo y sus compañeras de universidad, todos ellos en una época fueron amigos de la abogada. La cosa es que de la nada me empiezan a webiar, que me la sacara de la cabeza, que me buscara otra mina, que no me quería y nunca me había querido, no paraban de transmitir estupideces, aunque les pedí varias veces que cambiaran el tema… Hasta que una mina, me empieza a decir: "mira déjate de pensar en ella, la loca está enamorada de mí, de hecho hace un par de años se cortó las venas en la entrada de la U gritando que me amaba". Yo estaba pálida, tanto así que me dieron ganas de vomitar. Traté de irme, pero no me dejaban. Me agarraban del brazo, escucha, me decía la mina, "tu ex está tan loca que antes de declararme su amor estaba pololeando con un weón y se comprometieron. La mina se va a casar pero es una fleta encubierta y tú fuiste su experimento, para cachar si de verdad le gustaban las minas, pero olvídate, jamás se hubiera fijado de verdad en ti porque está enamorada de mí". No podía creer esa historia, pero todo el grupo me aseguraba que era verdad. Terminé acostada en la cama de la hermana del gordo, con todo dando vueltas a mí al rededor y aguantando las ganas de vomitar.

Como si todo eso fuera poco, la mina me siguió hasta allá, no paraba con el weveito, levántate drogadicta, me gritaba mientras se reía. A penas podía pararme, pero lo hice sin decirle nada, es que la loca tenía una pinta de matona que no se la podía y yo como no me caracterizo por mi altura, preferí quedarme callada. Salí de la casa del gordo y nunca más volví.

Esta vez no estuve tres días llorando, me metí más en el carrete y la cocaína. Era la mejor forma de apagar mi cerebro, odiaba al gordo, odiaba a sus amigas y odiaba a la abogada. ¿Cómo fui tan tonta? ¿Cómo me dejé engañar de esa manera? ¿Será verdad lo que me dijeron? Lo peor es que ella siempre estaba en mis pensamientos. Mientras que yo había sido sólo un juego entretenido. Fin de la historia, me juré a seguir con mi vida.

Así fui conociendo a cada una de las chicas de las que les he hablado durante los últimos capítulos, desencantada del amor, traicionada y con pocas intenciones de hacer una vida en pareja. Hasta qué conocí a la chiquilla hetero, ella si me gustó, me confundió, no lo pasé mal tampoco, y le estoy eternamente agradecida. Gracias a ella y sus palabras decidí dejarlo todo, dar un vuelco a mi vida y alejarme de las drogas y el exceso de copete.


Nunca le conté las verdaderas razones a mi mamá de mi regreso a casa, otra desilusión era como mucho, pero igual se enteró. Es que varios meses después; - volví en febrero y lo que les voy a contar pasó en noviembre -, estábamos celebrando mi cumpleaños con la hermana del gordo y mis compañeros de colegio en mi casa, tipo 12 me invitaron a bailar a una disco que quedaba en Las Condes, había una fila eterna y en eso me llaman mis amigos del bar para que fuera a celebrar con ellos, cometí el error de decirles que sí, es que la verdad me dio lata pasar mi noche cumpleañera haciendo cola para entrar a un lugar y más encima hetero, o sea a nadie. La cosa es que mis amigos se picaron y la hermana del gordo al día siguiente fue a hablar con mi mamá. Le dijo que yo era drogadicta (jamás le contó que hace ya más de 8 meses que no consumía nada) mi vieja casi se muere de un infarto. Desde ese día hasta Julio me dejó encerrada en la casa, me quitó incluso el celular. Fue en ese momento en que la amistad murió. Nunca más le hablé para mí fue una traición que nunca le voy a perdonar.

6 comentarios:

  1. Más maricona que la hermana del gordo imposible. Es de familia parece.

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    1. Si, fue una mariconada última... Después de eso los corté para siempre. Aunque en su momento si fueron muy buenos amigos y apañadores conmigo... Nunca sabré qué los hizo cambiar hasta de personalidad.

      Un abrazo!

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  2. Talvez x no eran realmente tus verdaderos amigos.

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    1. De niños fuimos muy amigos y la vida nos cambió hasta separarnos para siempre!
      Un abrazo y gracias por leerme!

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