Yo creo que en esto la mayoría de ustedes va a coincidir
conmigo: cuando la mamá o los papás se enteran y aceptan que uno es gay, la
vida se relaja, como que uno se saca un peso gigante de encima. Para mí por lo
menos, nada mejor que la verdad para enfrentar la vida, o sea, después de que
mi vieja se enteró, hizo la pataleta y después me llamó para pedirme disculpas
y decirme que me amaba tal cual era, sentí la fuerza como para enfrentar a
cualquiera y poder contarle a mis amigos de la Universidad. Todo se volvió más
fácil en mi vida.
Pero obvio como les he contado un millón de veces, mi
bipolaridad no podía permitir que las cosas se calmaran, es que tenía una
necesidad enfermiza de vivir experiencias extremas. Por un lado me hice partner
de un grupo de chiquillas de quinto año, una de ella era enferma de lesbiana, y
por el otro me empecé a juntar con un compañero de curso (como había congelado
estaba en tercer año pero debía estar terminando la carrera), con este amigo
llegué a un bar, al que le voy a decir el
bar. Ahí conocí el ambiente de las lesbianas ABC1, todas minas ricas,
buenas para el copete y las drogas. Varias bien adentro del closet y otras
súper abiertas con el tema.
Rapidito me olvidé de la agrónoma, seguíamos entre andando y
pololeando, pero la dejé de pescar a ella y al grupo y terminó pateándome, la
verdad no me importó mucho porque estaba como embelesada con el ambiente del bar, ahí por primera vez probé la
cocaína y se me abrió un mundo totalmente desconocido, lleno de colores,
carrete, baile, luces, de estar despierta por más horas de las que mi cuerpo
nunca había soportado, de tener sexo y no acordarme al otro día, un mundo en el
que empecé a llegar a las dos de la tarde del otro día a mi casa, un mundo de depresión,
oscuridad, ganas de llorar, mal carácter y peleas con mi mamá. Me descontrolé
completamente.
Terminé tomando la decisión más tonta de mi vida y que duró
un poco más de un año, me fui a vivir sola, empecé a trabajar en el bar, me eché un ramo en la U y como
estaba becada tuve que congelar otra vez. Cuando me fui, mi mamá trato de
convencerme de que me quedara en la casa, pero por mi negativa me dijo que
bueno, que hiciera lo que quisiera pero que no me iba a ayudar en nada. O sea
al nivel de que estuve comiendo papas al microonda como 1 año. Alimentándome de
las sobras de la noche en el bar de
copete y cocaína. Como mucha plata no ganaba garzoneando en un bar de
bellavista, arrendamos un departamento a medias con la BarWoman del lugar, que
también era lesbiana, pero súper gay, se vestía con ropa de hombre, usaba perfumes
de hombre, con cero maquillaje obviamente, pero les juro que tenía años luz más
suerte que yo con las mujeres, le llovían las minas ricas, todas querían con
ella, incluso las heterosexuales, era heavy su arrastre, como que la envidiaba
un poco la verdad, entre nosotras nunca
pasó nada porque éramos amigos, dos niñitos que se reían de las mismas cosas,
se entretenían guitarreando y cantando Fito Paez los domingos en la tarde.
Aunque más de alguna pololilla momentánea de la compañera se anduvo poniendo celosa de nuestra relación.
Bueno, sigamos, ¿les digo la verdad? no me arrepiento de
haber conocido ese mundillo, de drogas, sexo y alcohol, porque de él tomé
varias experiencias que me ayudaron a crecer y aprender, de echo mi primera
novela (que está casi terminada) habla de ese mundo, algún día espero que vea
la luz. En fin, tampoco puedo decir que lo pasé mal.
Por ejemplo, una vez se me ocurrió recoger un perrito de la
calle, era cachorro y me dio pena, el tema es que no pensé que era tan guagua
que había que entrenarlo para que aprendiera a ir al baño, yo ya tenía uno que
se portaba regio, lo sacaba a pasear 3 veces al día y jamás hizo pipí o caca en
el departamento, y como estaba todo el día con ellos regaloneando, no pensé que
el nuevo integrante de la familia fuera a dar problemas. Pero me equivoqué. Una
noche, después de la pega, con mi compañera de departamento nos llevamos dos
minas que durante varios días habíamos estado joteando. Nos sentíamos winner,
todas unas galanas, el problema es que llegamos al depa y estaba todo
cagadooooo, onda la entrada, el pasillo, el living, todoooo. No lo podíamos
creer, si el cachorro no había estado más de 6 horas solo. Terrible, que vergüenza,
las minas tenían cara de espanto, pucha es que si yo llego a la casa de una
mina, con la intención de tirar y me encuentro con ese panorama, o sea ¿cada cuánto
se baña esta loca? Ese sería mi primer pensamiento. Bueno, pensé que las
chiquillas se iban a ir al toque, pero para mi suerte, la mía parece que era
menos pudorosa porque esa noche me saltó
la liebre y con cuática. Claro al otro día fue un me visto y me voy… Después la
vi un par de veces, salimos a carretear, pero nunca más fue a mi departamento.
Obvio, la mina era caliente pero nunca tanto…
P.D: Por el perrito no se preocupen porque logramos darlo en
adopción a una familia que tuvo el tiempo para criarlo y enseñarlo, así que
ahora es feliz.
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