miércoles, 8 de abril de 2015

Caliente pero nunca tanto.

Yo creo que en esto la mayoría de ustedes va a coincidir conmigo: cuando la mamá o los papás se enteran y aceptan que uno es gay, la vida se relaja, como que uno se saca un peso gigante de encima. Para mí por lo menos, nada mejor que la verdad para enfrentar la vida, o sea, después de que mi vieja se enteró, hizo la pataleta y después me llamó para pedirme disculpas y decirme que me amaba tal cual era, sentí la fuerza como para enfrentar a cualquiera y poder contarle a mis amigos de la Universidad. Todo se volvió más fácil en mi vida.

Pero obvio como les he contado un millón de veces, mi bipolaridad no podía permitir que las cosas se calmaran, es que tenía una necesidad enfermiza de vivir experiencias extremas. Por un lado me hice partner de un grupo de chiquillas de quinto año, una de ella era enferma de lesbiana, y por el otro me empecé a juntar con un compañero de curso (como había congelado estaba en tercer año pero debía estar terminando la carrera), con este amigo llegué a un bar, al que le voy a decir el bar. Ahí conocí el ambiente de las lesbianas ABC1, todas minas ricas, buenas para el copete y las drogas. Varias bien adentro del closet y otras súper abiertas con el tema.

Rapidito me olvidé de la agrónoma, seguíamos entre andando y pololeando, pero la dejé de pescar a ella y al grupo y terminó pateándome, la verdad no me importó mucho porque estaba como embelesada con el ambiente del bar, ahí por primera vez probé la cocaína y se me abrió un mundo totalmente desconocido, lleno de colores, carrete, baile, luces, de estar despierta por más horas de las que mi cuerpo nunca había soportado, de tener sexo y no acordarme al otro día, un mundo en el que empecé a llegar a las dos de la tarde del otro día a mi casa, un mundo de depresión, oscuridad, ganas de llorar, mal carácter y peleas con mi mamá. Me descontrolé completamente.

Terminé tomando la decisión más tonta de mi vida y que duró un poco más de un año, me fui a vivir sola, empecé a trabajar en el bar, me eché un ramo en la U y como estaba becada tuve que congelar otra vez. Cuando me fui, mi mamá trato de convencerme de que me quedara en la casa, pero por mi negativa me dijo que bueno, que hiciera lo que quisiera pero que no me iba a ayudar en nada. O sea al nivel de que estuve comiendo papas al microonda como 1 año. Alimentándome de las sobras de la noche en el bar de copete y cocaína. Como mucha plata no ganaba garzoneando en un bar de bellavista, arrendamos un departamento a medias con la BarWoman del lugar, que también era lesbiana, pero súper gay, se vestía con ropa de hombre, usaba perfumes de hombre, con cero maquillaje obviamente, pero les juro que tenía años luz más suerte que yo con las mujeres, le llovían las minas ricas, todas querían con ella, incluso las heterosexuales, era heavy su arrastre, como que la envidiaba un poco  la verdad, entre nosotras nunca pasó nada porque éramos amigos, dos niñitos que se reían de las mismas cosas, se entretenían guitarreando y cantando Fito Paez los domingos en la tarde. Aunque más de alguna pololilla momentánea de la compañera se anduvo poniendo  celosa de nuestra relación.

Bueno, sigamos, ¿les digo la verdad? no me arrepiento de haber conocido ese mundillo, de drogas, sexo y alcohol, porque de él tomé varias experiencias que me ayudaron a crecer y aprender, de echo mi primera novela (que está casi terminada) habla de ese mundo, algún día espero que vea la luz. En fin, tampoco puedo decir que lo pasé mal.

Por ejemplo, una vez se me ocurrió recoger un perrito de la calle, era cachorro y me dio pena, el tema es que no pensé que era tan guagua que había que entrenarlo para que aprendiera a ir al baño, yo ya tenía uno que se portaba regio, lo sacaba a pasear 3 veces al día y jamás hizo pipí o caca en el departamento, y como estaba todo el día con ellos regaloneando, no pensé que el nuevo integrante de la familia fuera a dar problemas. Pero me equivoqué. Una noche, después de la pega, con mi compañera de departamento nos llevamos dos minas que durante varios días habíamos estado joteando. Nos sentíamos winner, todas unas galanas, el problema es que llegamos al depa y estaba todo cagadooooo, onda la entrada, el pasillo, el living, todoooo. No lo podíamos creer, si el cachorro no había estado más de 6 horas solo. Terrible, que vergüenza, las minas tenían cara de espanto, pucha es que si yo llego a la casa de una mina, con la intención de tirar y me encuentro con ese panorama, o sea ¿cada cuánto se baña esta loca? Ese sería mi primer pensamiento. Bueno, pensé que las chiquillas se iban a ir al toque, pero para mi suerte, la mía parece que era menos pudorosa  porque esa noche me saltó la liebre y con cuática. Claro al otro día fue un me visto y me voy… Después la vi un par de veces, salimos a carretear, pero nunca más fue a mi departamento. Obvio, la mina era caliente pero nunca tanto…

P.D: Por el perrito no se preocupen porque logramos darlo en adopción a una familia que tuvo el tiempo para criarlo y enseñarlo, así que ahora es feliz.


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