viernes, 22 de mayo de 2015

Al salir del closet

Ya había terminado con el músico, la abogada estaba, según yo, pololeando con la otra, y yo estaba colapsada, tenía ganas de mandar al mundo entero a la mierda, ganas de gritar: para planeta que me quiero bajar. Y de repente, aparece ella, en la puerta de mi casa pidiéndome una última conversación.
-          Loca, no tenemos nada de que hablar, déjame en paz. Le dije.
Me pidió subir a la azotea, para poder hablar aunque fueran unos minutos. Es que mi departamento era chiquitito y estaban mi mamá y mis dos hermanos ahí, no era precisamente un sinónimo de intimidad. Ok, fuimos. Es que quería escucharla solamente para mandarla con un pasaje de ida a la punta del cerro. Les juro que no podía estar más enojada y triste a la vez, me sentía engañada, pasada a llevar, dejada de lado, abandonada, de todo un poco y mucho más. Se que yo me había metido con el músico y quizás no tenía mucha moral para enojarme tanto, pero ella había sido la que me buscó, ella fue la que me dijo que me amaba, no yo y por eso, que se haya acostado con otra mina me dolió tanto.
Bueno, subimos a la azotea, me dijo que no estaba pololeando, que no podía tener una relación con otra mina porque me quería a mí, me pidió que la perdonara y me dijo que me había llamado para decirme eso (que la mina le había pedido pololeo) solamente para ponerme celosa, para que decidiera volver con ella, también porque le había dolido en el alma saber que yo estaba con un weón. Bueno, le dije, cagaste porque no pienso estar contigo. La cosa fue más o menos así (en su imaginación póngale los gritos)
-          ¿Quién te crees que soy? ¿Plato de segunda mesa? Olvídate que existo. Maldigo el día en que me encontraste, no quiero verte más.
-          No seas tan dura, conversemos arreglemos esto. Me contestó, con ojos tristes.

-      No me interesa arreglar nada, no hay nada que arreglar. Nosotras no tenemos una relación, no somos pololas y tampoco amigas, así que por favor déjame tranquila, desaparece otra vez y para siempre de mi vida. Te odio y odio que me hayas encontrado.
Así nos pasamos por lo menos una hora, peleando, ella pidiéndome que nos diéramos una oportunidad y yo mandándola a la cresta.

La azotea del edificio en que vivía, tenía esos pilares como con ventiladores, a la izquierda una especie de quincho mal hecho y a la derecha había un muro con un espacio como para sentarse, cabíamos las dos, imagínense una especie de sillón pero de cemento. Bueno, la cosa es que ahí estábamos, nos parábamos, nos sentábamos, peleábamos, nos quedábamos calladas un rato sin mirarnos. De repente, la abogada se para y me dice, bueno, me voy, y no te preocupes que no te volveré a buscar nunca más. Se paró y empezó a caminar hacia la puerta. Fue uno de esos momentos que parecen de película, las emociones en segundos se me revolvieron, mi cabeza decía deja que se vaya, mi corazón: no la dejes ir. No sabía qué hacer.
El tiempo y el espacio estaban detenidos, la veía caminar de espalda a mí, estaba sentada, congelada, no me salían las palabras, pero tenía que actuar, ponerme dura, dejarla ir, era lo mejor, lo más sano. Pero no podía, estaba enamorada, quería darnos esa oportunidad que 7 años atrás habíamos dejado escapar. Pero, las segundas partes siempre son malas, no era inteligente detenerla. Deja que se vaya, deja que se vaya, repetía incansablemente en mi mente.

Seguía avanzando hacia la puerta. Tomó la manilla. Es ahora o nunca pensé, no puedo dejarla ir... Simplemente no puedo. Me paré corriendo, la agarré del brazo, la volteé hacia mí y le di un beso. Me miró con esos ojos de antes, de hace 7 años, esos ojos de amor, de miedo, esa mirada que ya una vez me había enamorado.
Démonos una oportunidad le dije. Estuvimos horas sentadas en el sillón de cemento, besándonos, abrazadas, haciéndonos cariño, una compañía en silencio que me llenaba el alma, no necesitaba nada más. Horas juntas en ese lugar que durante meses se convirtió en “nuestro espacio”, un lugar en el que estábamos solas las dos, mirando Santiago desde arriba, lejos de los problemas, de nuestras familias y de todo lo que debíamos enfrentar, lejos del hecho de tener que por primera vez enfrentar al mundo como una pareja de lesbianas, lejos de las pruebas que se vendrían al salir del closet.


miércoles, 20 de mayo de 2015

Nos debíamos una última conversación

Por lo menos en mi cabeza, las cosas con la abogada estaban clarísimas. Le di un tiempo para webiar, para agarrarse las minas que quisiera, estuvo con 3 y me quedé calladita, era lo que yo misma le había dicho que hiciera, por lo que no tenía derecho a quejarme… Bien boluda yo, pero ese era el camino que a mediados del 2007 cuando me volvió a buscar y me contó parte de su historia decidí tomar, es que nadie puede vivir su lesbianismo, - pucha que me carga esa palabra-, viendo The L Word como única vía de escape, ella tenía que probar y pasarlo bien un rato. Pero llegó un momento en que dije ya es suficiente, elige, sigues agarrándote minas o te quedas conmigo. Se suponía que se había decidido por mí. Claro, hasta que llegó la otra, así le vamos a decir a la amiga de su prima.

Nunca voy a saber por qué decidió contarme que se había acostado con otra mina, cuando a mí con suerte me dejaba agarrarle una pechuga, lo que tengo claro es que me dolió en el alma y no estaba dispuesta a perdonarla, que se fuera un ratito largo a la cresta y ojalá se quedara allá para siempre.

Yo en esa época trabajaba en un hotel, era jefa de mucamas, todavía no volvía a la Universidad después de congelar y tampoco tenía mucho interés en titularme. Una noche, había un evento gigante y mis jefes me pidieron que me quedara para ayudar a organizar algunas cosas, en eso estaba, con un pisco sour en la mano trabajando, - era el primero que me tomaba en meses, recuerden que estuve en período de rehabilitación-, cuando apareció un tipo con el que fuimos muy amigos años atrás, era cero mi gusto, y bueno obvio, no me gustan los hombres, pero estaba tan picada con la abogada, tenía esa sensación de: quiero venganza y sobretodo quiero olvidarla, cueste lo que cueste, así que después del evento nos fuimos a carretear y me lo agarré. Cara de nalga, sin pensar en nada, aunque debo reconocer que me dio un poco de asquito, pero estaba tan furiosa que no me importó.

Bueno, la cosa es que este tipo llevaba años detrás de mí, ahí me lo dijo, yo quedé para adentro porque juraba que estaba loco por una de mis mejores amigas que nunca lo pescó. Les mentiría si les digo que me acuerdo perfecto como se fueron dando las cosas, pero de repente sin darme cuenta, estábamos saliendo así como súper en serio, deben haber sido como tres semanas en las que me invitaba a comer, me sacaba a pasear, onda pololos y de la abogada, nada. O sea, me llamó un par de veces, al principio le cortaba, hasta que ya no di más y le contesté, sólo para decirle que me dejara en paz, que estaba saliendo con un hombre y que no quería saber más de ella ni de ninguna mujer. Corta. La mina se quedó muda y me cortó el teléfono. Yo seguí saliendo con el músico (así le voy a poner). En todo caso, fiel a mis ideas, desde un principio le conté de la existencia de la abogada, no le iba a mentir porque igual había cariño y además no le iba a hacer a alguien lo mismo que mi padrastro le hizo a mi mamá.

En fin, el pobre tipo loco por mí, era buen gallo, pero no me movía ni un pelo, es más me decía mi ostrita, porque cuando me daba besos yo no habría la boca, es que de verdad no me gustaba, no quería estar con él. Mi mamá siempre me decía que terminara, que no lo hiciera sufrir, porque aunque lo había visto un par de veces, cuando éramos amigos años atrás, por lo que le contaba, se notaba que estaba bien enganchado de mí. Y como buena madre no se equivocó. Un día estábamos paseando por el Parque Arauco (mall del barrio alto de mi querido Santiago de Chile), la cosa es que entré a una tienda en la que vendían collares, anillos, cosas así, y la vendedora empezó a mostrarle los anillos al músico para que me regalara, y él le dice: no se preocupe ese tema del anillo ya lo tengo bien pensado. Lo miré esbozando una sonrisa mientras mi interior gritaba: corre, escapa, que miedooooo. Ese mismo día, un mes después del reencuentro terminé con él.


Días antes del hecho en cuestión, me había llamado la abogada para decirme que la otra le había pedido pololeo. La decisión es tuya, me dijo, si no quieres volver conmigo yo empiezo una relación con ella. Mi respuesta fue de un puro grito: has la weá que querai weona cara de raja. Y le corté. Me dieron unas ganas de llorar del infierno, pero me la guardé, estaba trabajando y tenía que mantener la compostura. Días después del fin de mi romance heterosexual, la abogada apareció por mi casa, nos debíamos una última conversación.

lunes, 18 de mayo de 2015

No me llames más, olvídate que existo.

Tengo que reconocer que ese primer beso después de 7 años removió todo en mi interior, las emociones fluían como locas, los sentimientos se volvieron incontrolables, quería estar con ella, pero sabía que primero la abogada debía vivir un poco su homosexualidad, estar con otras mujeres, tener sexo, carretear y pasarlo bien, si no, nunca podría estar segura de que de verdad me amaba o era sólo un capricho o una obsesión. Así que decidí dejarla vivir. Decisión que pienso fue correcta pero que por un momento me arrepentí de haberla tomado. 

Es que las semanas siguientes fueron del terror, me hizo caso y con cuática, no se agarró a una mina, noooooo a tres y seguiditas, lo peor es que una de ella era pseudo conocida y terriblemente rica, obvio eso afecta y pica más aún. Lo peor es que me iba contando de cada una de sus aventurillas y de como la llamaban para invitarla a salir. Con el paso del tiempo el tema me empezó a doler y molestar. Hasta que llegó un momento; debe haber sido como a principios de agosto, en que le dije que ya tenía que tomar una decisión: seguir weviando o tener una relación conmigo. Poco mas de un mes de locura era más que suficiente creía yo. Para mi desagradable sorpresa, me respondió que no estaba preparada para comprometerse, plop. Pero si tu me buscaste, le respondí. Si se y te amo, pero no estoy segura de ser capaz de entablar una relación. Bueno, le dije, has lo que quieras, tu me avisas, por mientras mejor no vernos. 

Días después me llamó para que nos fuéramos las dos solas a su campo, me dijo que quería estar conmigo, no ponerle nombre todavía a la relación, pero estar conmigo, fue una odisea conseguir el permiso de mi mamá, pero lo logré. Todo listo, estábamos felices pero la noche antes me llamó por teléfono para decirme que no estaba preparada, que la perdonara, pero que mejor no nos fuéramos juntas al campo. Ok, me aburrí de que me agarres para el weveo. Le corté. 

Al otro día me fue a buscar a mi casa, me explicó que tenía miedo, que yo igual era "experimentada" sexualmente hablando y ella cero y que eso la tenía colapsada. Me da miedo que no te guste más, me dijo. Igual quedé como choqueada con su honestidad. No sabía que decirle. Al final sólo le respondí que la única manera de descubrir eso era probando. Sólo me pidió tiempo. Y lógico, se lo di. 

Habían pasado algunos meses y yo estaba enamorándome, a pesar de los problemas, de las otras minas y de que me haya dejado plantada para irnos al campo, me había enamorado, o simplemente, nunca dejé de amarla. Por eso le di tiempo, por eso acepté, - y yo misma le dije -, que probara con otras mujeres. El tema es que nunca imaginé que estaría tantos meses en eso. 

En fin, seguí con ella, cuando estábamos juntas era todo lindo, a pesar de que su mamá no la aceptaba todavía y eso le provocaba angustia y dolor, pero la abogada ya había tomado la decisión de seguir adelante y vivir su verdad. Igual yo siempre le decía que eso iba a pasar, que le diera tiempo para procesar la información y asumirla. 

Volviendo a la extraña relación que teníamos, porque no era pololeo, ni andar, éramos como "agarramigas", yo lo único que le pedí es que ya dejara de meterse con otras minas, o que por lo menos no me contara, y así lo hizo. Sin embargo el 18 de septiembre del 2008 recibo ese tipo de llamados que te rompen el corazón. 

Me había dicho que se iría al campo a estudiar sola con una prima, ya en la tarde me enojé porque caché que tenían el tremendo carrete. Le pedí que no habláramos por esos días, que me llamara al llegar a Santiago, es que me sentía excluida de su vida, de su mundo, como un secreto sucio que hay que esconder. Pero no me hizo caso y en la madrugada de 18 para 19 me llama borracha y llorando para decirme que se había acostado con una amiga de su prima. Se me rompió el corazón en mil pedazos, lloré como hace años no lo hacía. Simplemente todo había llegado hasta ahí. No podía no quería más. Ese fue mi límite. No me llames más, olvídate que existo.



miércoles, 13 de mayo de 2015

Para evitar seguir sufriendo

Esa noche me costó dormir, estaba emocionada y confundida, es que después de 7 años que llegue una persona y te diga así, de rompe y raja, que te ama es cuático y no me lo esperaba ni en mis mejores sueños, menos que esa persona fuera la abogada, el único ser humano, además de mi familia a quien alguna vez amé. Me sentía atrapada entre las ganas de seguir viéndola, de ver qué pasaba entre nosotras y las historias que me contaron el gordo y sus amigas. O sea si supuestamente se cortó las venas gritándole amor eterno en la puerta de su Universidad a otra mina, era más que raro que volviera después de tanto tiempo diciendo que me amaba. Además, había otro pequeño detalle, a esa otra mina también le envió una solicitud de amistad, el tema es que ella no le respondió.

Le conté todos los detalles de la cita a mi mamá, esa noche dormimos juntas, me dijo que estaba bien que me tomara las cosas con calma, que le diera tiempo al tiempo para ir viendo cómo se daban las cosas, y lanzó lo que una no quiere escuchar, por lo menos tan pronto: quiero conocerla. Claro, yo estaba en capilla y mi vieja no confiaba en nadie. Así que si quería seguir viendo a la abogada no me quedaba otra que acatar las reglas y presentarlas. Pero no se me ocurría cómo, es que de verdad era bien rara la situación. Onda: hola, no nos vemos hace mil, nos juntamos una vez un par de horas y quería presentarte a mi mamá, o sea yo salgo corriendo a mil por hora, era casi ridícula la situación, o lo otro, además de drogadicta me había convertido en una sicópata, por ningún lado podía tener una salida triunfante después de la petición de mi mamá.

Días después se me ocurrió una brillante idea, llamaría a la abogada y le pediría que me acompañe con mi mamá a hacer unos trámites bien lateros, onda bancos, pago te cuentas, puras tonteras, pero si me decía que sí, era una buena alternativa para salir del paso y más encima me evitaba andar por las calles en micro. Genial!!! Y lo mejor es que aceptó. Se saludaron un poco cortantes, pero para romper el hielo la abogada le empezó a meter conversa, ahí se soltaron, hasta que en un momento en que me bajé del auto a pagar una cuenta, se quedaron solas y mi mamá le dijo que yo no podía salir de noche ni tomar copete, que yo había tenido un problema serio con drogas y que si me quería seguir viendo tenía que ser bajo sus reglas, en palabras simples, le pegó la amenazá. Menos mal yo ya le había contado todo, o si no capacito que hubiera salido corriendo. Se comprometió a cuidarme y a comportarse. Delante mío, nada de alcohol.

Fuimos a dejar a mi vieja y salimos un ratito solas a tomarnos un café, ahí me contó lo que habían hablado y me dijo que de verdad quería cumplir las reglas. Igual para ser honesta, la noté un poco choqueada con el cambio radical que tuve en los últimos años, pasé de ser una niña buena, estudiante de la Universidad Católica, a una ex drogadicta sin título ni ganas de terminar una carrera. Un súper buen partido como se imaginarán…

Esa tarde estuvimos poco rato juntas, tempranito me fue a dejar a mi casa, pero nos volvimos a encontrar como dos días después. En 1 semana más o menos ya íbamos para la tercera junta. Me invitó a su casa, estaba sola porque su mamá se había ido a ver a su mejor amigo gay a España. La abogada tenía la esperanza que después de ese viaje llegara con la mente más clara y menos enojada por su homosexualidad, pero fue todo lo contrario, más adelante les contaré por qué.


Típico que cuando no te ves con una ex pareja hace muchos años y hay un reencuentro comienzan a salir las conversaciones incómodas, pero como me caracterizo por ser bastante cara de raja, respondí a todas las preguntas de la abogada con toda honestidad cuando empezó a interrogarme acerca de las minas con las que estuve en esos años, le relaté lo mismo que en la primera temporada les he contado a ustedes, y terminó súper colapsada, es que como les decía, ella no volvió a agarrarse a una mujer después de que terminamos. Igual todavía me era difícil de creer que luego de tanto tiempo siguiera así de enganchada, le dije que se agarrara minas antes de pensar en estar conmigo, que viviera un rato, que tuviera sus aventurillas locas por ahí. Me contó que esa noche en que la llamé estaba en un carrete de una mina lesbiana, su mejor amiga la había invitado, y un poco antes de había agarrado a una chiquilla, que había sido rico, me contó incluso como tiraron, aunque fueron solo besos debo reconocer que me dolió, no se, fue extraño. Pero le dije que era lo que tenía que hacer, estar con otras minas para descubrir si de verdad era yo con quien quería estar. Fue un riesgo que preferí tomar, mejor que descubriera esas cosas al principio. Me miraba seria mientras conversábamos. De repente sentí una ternura extrema, como que todos esos sentimientos que estaban guardados bajo siete llaves afloraron todos juntos, un torbellino de emociones, me senté a su lado, le tomé la mano y le di un beso, traté de tocarla, pero no me dejó, se corrió rápido, como asustada. Es que bien desubicada yo, ni una piscola y directo a las tetas… En fin. Estás avanzando muy rápido, me dijo, porfa déjame procesar todo lo que hemos conversado. Pucha, pensé que querías estar conmigo, le dije. Sí, me contestó, pero tienes razón, tengo que vivir un poco, no sé, me confundiste, ¿podemos esperar, ser amigas por mientras? Ok, pero dame el último beso. Esa tarde me volví a enganchar, se me fueron los miedos, quería estar con ella, tocarla, hacerle el amor, compartir la vida, otra vez en 5 minutos me enamoré. ¿Habrá significado que esos sentimientos tan antiguos jamás desaparecieron? Quizás sólo los tenía escondidos para evitar seguir sufriendo. 

lunes, 11 de mayo de 2015

Piano piano va lontano

Tenía como 300 notificaciones, como 25 mensajes y varias solicitudes de amistad. No me conectaba hace meses. Entre todas esas estaba la solicitud de la abogada y un mensaje de ella:

“Hola, soy… (la abogada), no sé si te acuerdas de mí. Era amiga del gordo… Necesito hablar urgente contigo, este es mi teléfono por si puedes llamarme o envíame el tuyo”
El corazón a mil, ¿qué quería? Me transpiraban las manos, corrí donde mi mamá, le pedí su celular. La llamé…

- Hola, soy la Anto. Me dejaste un mensaje en Facebook.
- Hola, sí, necesito hablar contigo, decirte algo importante.
- Ok, dime.
- No, por teléfono no puede ser. Nos podemos juntar?
- Ok, cuándo?
- Mañana puede ser?
Ya era de noche. Quedamos de salir al día siguiente a tomarnos un café.

Ni se imaginan la mezcolanza de sensaciones, nervios, ansiedad, curiosidad… Recuerdos que pasaban uno tras otro sin dejarme analizar ni pensar en lo que se venía. Volver a ver a la abogada era casi impensado, algo que durante tanto tiempo soñé, una esperanza perdida. Pero al mismo tiempo, tenía miedo, me habían contado tantas historias, que por mucho tiempo se transformó en la innombrable, ¿qué quería? ¿Por qué me buscaba,  habían pasado 7 años, nos vimos por última vez a principios del 2002 y ya estábamos en junio del 2008, era una locura. Pero a pesar de las amenazas del gordo, quería verla, saber de ella, de su vida y por qué me buscaba. Y no sólo a mí, también al gordo y gente de su grupo, personas de las que en algún momento fue amiga, pero a las que no veía hace demasiado tiempo, gente que hablaba pésimo de ella. Era tan extraño todo y más que nada por eso la llamé y acepté juntarnos. Era un mensaje demasiado sorpresivo como para dejarlo pasar. Además estamos hablando de la primera mujer con la que estuve, de la mina que me enamoró y me rompió el corazón.

¿Se han fijado que cuando uno espera algo las horas, los minutos y los segundos pasan con una lentitud casi burlesca? Bueno así me pasé la noche y el día siguiente, esperando el llamado de la abogada para confirmar horario y darle mi dirección. Quedamos que pasaría por mi casa a eso de las 7 de la tarde. Mi mamá no estaba muy contenta pero al final me dio permiso. Antes eso sí, deja paseados a los perros, me dijo. En eso estaba cuando llegó en su auto de siempre, mi corazón dio un salto, se bajó, estacionó, nos dimos un abrazo, un beso en la mejilla, quedamos unos segundos, que parecieron eternos en silencio, para romper el hielo me preguntó sobre los perritos, uno es mío, el Cachupín y el otro de mi prima, pero ella nunca lo saca, se llama Polo… Espérame le dije, los entro y bajo al tiro. Me demoré 30 segundos, encuentro súper falta de respeto eso de hacer esperar a la gente, además estaba tan nerviosa al verla que hice todo más rápido, cartera, chaqueta un pañuelo de bufanda y salí con cara de “aquí no ha pasado nada”, aunque por dentro el corazón a mil.

Es que siempre cuando estoy nerviosa tengo una actitud un poco cortante, me subí al auto, me dijo que iríamos a tomarnos un café al Starbucks del Parque Arauco que quedaba cerca de mi casa, obvio por la hora había un taco del terror, ya ni me acuerdo de qué hablamos, debe haber sido un ¿cómo has estado?, bien y tú, no sé. Hasta que no pude aguantar más y le pregunté ¿por qué me buscaba? Me dijo que era algo que quería conversar tranquila, pero le insistí. Sabes que me carga que me dejen metida y tenemos para rato, además me dijiste que era importante así que dime. Me quedó mirando y dijo, “te amo desde siempre, y llevo 7 años buscándote, porque estoy enamorada de ti”. Quedé pa’ dentro, esa respuesta no me la esperaba. No sabía que decir. Simplemente me quedé muda. Para romper el hielo que se provocó y porque si tiene una cualidad es ser muy buena para entablar conversaciones, me preguntó por mi vida, le conté varias cosas acerca de los últimos años, omitiendo obviamente las aventuras sexuales y minas en general.

Ya sentadas en el café y después de conversar de todo un poco, me preguntó que mina había marcado mi vida. Fuerte pregunta para responder después de tantos años y tras haber estado con suerte 1 hora y media poniéndonos al día. Le dije que la heterosexual (de las que les conté la temporada anterior), era mentira pero jamás le iba a decir que ella fue la única persona a la que he amado, mi orgullo era más poderoso que mis ganas de darle un beso, de tomarla de la mano y no soltarla nunca más. Se mueren su carita cuando le dije eso, esperaba que reconociera que había sido ella, en sus ojos había pura desilusión. Tanto tiempo me buscó, para escuchar esa respuesta, no había dejado la misma huella en mí que yo en ella. Es que ¿saben? Lo pasé pésimo cuando terminamos, ¿valía la pena volver a arriesgarme? ¿Volver a sufrir?

Para cambiar el tema le pregunté por su vida, me contó que hace menos de un año había salido del closet, que su mamá se lo tomó pésimo, le dijo que puertas afuera hiciera lo que quisiera, pero que a ella no le contara de minas, que jamás iba a aceptarle una polola. Eso la tenía triste, traté de tranquilizarla, ya se le va a pasar, es el primer impacto, no te preocupes, le dije.

Me contó también que no estaba con una mujer desde lo nuestro, que había tenido dos pololos tratando de no ser lesbiana, pero que ya no podía mentir más, - uno de ellos era el hombre con que se iba a casar, saque por conclusión, y le pregunté -. ¿De dónde sacaste eso? Me dijo. Me contaron el gordo y tus ex compañeros de universidad. Eso es mentira, me respondió, pololié un año y jamás nos comprometimos. Por la puta, otra vez el gordo mintiéndome, pensé, pero ¿para qué? Si en esa época todos los lazos con la abogada estaban cortados. Preferí cambiar el tema. Necesitaba pensar.


Nos dieron casi las 10 de la noche conversando de la vida, de los años sin vernos, de mis pocas ganas de seguir estudiando en la Universidad y de sus problemas con la mamá. Pero tenía hora límite y ya se había cumplido. Cuando me dejó en mi casa me dijo “me muero de ganas de darte un beso”. “Piano piano va lontano” le respondí.