viernes, 22 de mayo de 2015

Al salir del closet

Ya había terminado con el músico, la abogada estaba, según yo, pololeando con la otra, y yo estaba colapsada, tenía ganas de mandar al mundo entero a la mierda, ganas de gritar: para planeta que me quiero bajar. Y de repente, aparece ella, en la puerta de mi casa pidiéndome una última conversación.
-          Loca, no tenemos nada de que hablar, déjame en paz. Le dije.
Me pidió subir a la azotea, para poder hablar aunque fueran unos minutos. Es que mi departamento era chiquitito y estaban mi mamá y mis dos hermanos ahí, no era precisamente un sinónimo de intimidad. Ok, fuimos. Es que quería escucharla solamente para mandarla con un pasaje de ida a la punta del cerro. Les juro que no podía estar más enojada y triste a la vez, me sentía engañada, pasada a llevar, dejada de lado, abandonada, de todo un poco y mucho más. Se que yo me había metido con el músico y quizás no tenía mucha moral para enojarme tanto, pero ella había sido la que me buscó, ella fue la que me dijo que me amaba, no yo y por eso, que se haya acostado con otra mina me dolió tanto.
Bueno, subimos a la azotea, me dijo que no estaba pololeando, que no podía tener una relación con otra mina porque me quería a mí, me pidió que la perdonara y me dijo que me había llamado para decirme eso (que la mina le había pedido pololeo) solamente para ponerme celosa, para que decidiera volver con ella, también porque le había dolido en el alma saber que yo estaba con un weón. Bueno, le dije, cagaste porque no pienso estar contigo. La cosa fue más o menos así (en su imaginación póngale los gritos)
-          ¿Quién te crees que soy? ¿Plato de segunda mesa? Olvídate que existo. Maldigo el día en que me encontraste, no quiero verte más.
-          No seas tan dura, conversemos arreglemos esto. Me contestó, con ojos tristes.

-      No me interesa arreglar nada, no hay nada que arreglar. Nosotras no tenemos una relación, no somos pololas y tampoco amigas, así que por favor déjame tranquila, desaparece otra vez y para siempre de mi vida. Te odio y odio que me hayas encontrado.
Así nos pasamos por lo menos una hora, peleando, ella pidiéndome que nos diéramos una oportunidad y yo mandándola a la cresta.

La azotea del edificio en que vivía, tenía esos pilares como con ventiladores, a la izquierda una especie de quincho mal hecho y a la derecha había un muro con un espacio como para sentarse, cabíamos las dos, imagínense una especie de sillón pero de cemento. Bueno, la cosa es que ahí estábamos, nos parábamos, nos sentábamos, peleábamos, nos quedábamos calladas un rato sin mirarnos. De repente, la abogada se para y me dice, bueno, me voy, y no te preocupes que no te volveré a buscar nunca más. Se paró y empezó a caminar hacia la puerta. Fue uno de esos momentos que parecen de película, las emociones en segundos se me revolvieron, mi cabeza decía deja que se vaya, mi corazón: no la dejes ir. No sabía qué hacer.
El tiempo y el espacio estaban detenidos, la veía caminar de espalda a mí, estaba sentada, congelada, no me salían las palabras, pero tenía que actuar, ponerme dura, dejarla ir, era lo mejor, lo más sano. Pero no podía, estaba enamorada, quería darnos esa oportunidad que 7 años atrás habíamos dejado escapar. Pero, las segundas partes siempre son malas, no era inteligente detenerla. Deja que se vaya, deja que se vaya, repetía incansablemente en mi mente.

Seguía avanzando hacia la puerta. Tomó la manilla. Es ahora o nunca pensé, no puedo dejarla ir... Simplemente no puedo. Me paré corriendo, la agarré del brazo, la volteé hacia mí y le di un beso. Me miró con esos ojos de antes, de hace 7 años, esos ojos de amor, de miedo, esa mirada que ya una vez me había enamorado.
Démonos una oportunidad le dije. Estuvimos horas sentadas en el sillón de cemento, besándonos, abrazadas, haciéndonos cariño, una compañía en silencio que me llenaba el alma, no necesitaba nada más. Horas juntas en ese lugar que durante meses se convirtió en “nuestro espacio”, un lugar en el que estábamos solas las dos, mirando Santiago desde arriba, lejos de los problemas, de nuestras familias y de todo lo que debíamos enfrentar, lejos del hecho de tener que por primera vez enfrentar al mundo como una pareja de lesbianas, lejos de las pruebas que se vendrían al salir del closet.


4 comentarios:

  1. que consuelo saber que no soy la unica loca en este mundo! jajajaj.
    esos...No, ándate, no quiere verte más, no más rollos...parecen que se desarman rapido y con un te amo te quiebran el tejado de vidrio...
    abrazo niña.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. jajajajajajjajajaja es que es demasiado difícil terminar una relación cuando todavía hay amor... :-S

      Saludos y disculpa el atraso en mi respuesta!
      Gracias por leerme!!!

      Eliminar
  2. Me encanto como enfrentas todo un abrasoo..

    ResponderEliminar