miércoles, 18 de marzo de 2015

Finales de marzo… Por favor bórrate de mi vida.

Y bueno, me metí el corazón al bolsillo, guardé a la abogada en el fondo del baúl de mis recuerdos y salí de vacaciones con mi familia, no les voy a negar que a veces en las noches me pegaba una llorada solita, pero durante el día, borrón y cuenta nueva, a pasarlo bien, a disfrutar de la playa, de mis hermanos y de mi mamá, el punto negro: mi padrastro que por más que intentara llevarme bien con él o soportarlo me era imposible… Pero ya les dije que mejor optar por llevar la cumbia en paz… Mejor disfrutar de lo bueno que estar enfocándome en lo malo…

Después de las 2 semanas en el sur volví a Santiago y me fui a Viña con unas amigas, nuevamente recibí un llamado de la abogada, estaba arrepentida, quería que habláramos, le dije que no… Que no quería verla más y que no me volviera a llamar… Corta, le grité, la traté pésimo, tenía tanta rabia… Más de la que se pueden imaginar… A esas alturas creía en todas las historias que el gordo me contó mientras estábamos juntas… Claro que tiempo después me enteré de toda la verdad… Una verdad que me cambió la vida, pero aún falta mucho para llegar a esa parte de mi historia… Así que volvamos a ese 2002 en el que esta adolecente rencorosa estaba herida y despechada… Los invito a seguir acompañándome en este viaje.

En Viña me porté pésimo, me agarré a un weón, intenté salir con él como por dos semanas pero de verdad cero atracción, es que ya estaba claro que no me gustaban para nada los hombres… Ya en Santiago a principios de Marzo empecé a entrar a algunos chat gay, a ver si saltaba alguna clavita por ahí que me sacara de la cabeza a la abogada y apareció la voleibolista. Una cabra bien bonita con la que me junté como a la semana de hablar por internet…

La primera junta fue en la tarde, una cerveza en bellavista, terminamos agarrando en un baño, no les voy a mentir, la mina me gustó y harto. Quedamos de seguir viéndonos, pero llegué a mi casa trastocada, me costaba creer que otra vez me había agarrado a una mina, me lo vomité todo, de puro nervio, estrés y miedo. Igual empezamos a salir y rápido nos pusimos a pololear. Ella estudiaba cerca de la Universidad de la abogada y varias veces sólo con la intención de que nos viera juntas fui a buscar al gordo y otras amigas a su U… Quería que la abogada viera que ya estaba bien, que nadie muere de amor y que la había superado, total ella no me amaba y nunca me había amado… Mi pequeña venganza.

Como al mes apareció de nuevo la abogada, pero vía email, me decía que todavía pensaba en mí, que quería estar conmigo, que se arrepentía de todo lo que me dijo y que hace rato ya había terminado con su pololo… Empezamos a hablar por esa vía algunas semanas, nunca le dije que estaba pololeando aunque sabía que ya se había enterado, era obvio, si me paseaba de la mano por su U con la mina nueva, pero en mi cabeza tenía dos personas: la que quería verla sufrir y la que añoraba sus besos. Pero estaba con la voleibolista, ella era mi polola ahora y tampoco quería hacerle daño. Pasábamos casi todos los días juntas, nos llevábamos súper bien, éramos amigas, la relación en realidad muy sexual no era, más que nada besos y algo de sexo, yo no entendía mucho por qué, pero pronto lo descubriría.

Esa historia se las contaré en el próximo capítulo, por mientras con la voleibolista estaba todo bien, la llevé a mi casa como una amiga y yo iba de la misma manera a la de ella… Claro una vez mi prima nos pilló duchándonos juntas, pero logré silenciarla porque era chica y no cachaba nada, sólo le inventé una mentira y se quedó tranquila, no sé si algún día le contó a alguien, pero en mi familia todos se quedaron callados.

Y mientras tanto seguía hablando por mail con la abogada, nos extrañábamos pero nunca nos propusimos juntarnos, las dos por ese tiempo nos conformábamos con hablar, obvio ella ya me había visto con la voleibolista por su universidad, sólo me pidió que no hiciera más eso, porque le dolía. Me preguntó si estaba enamorada, no le respondí. En esas conversaciones estábamos cuando mi polola me pilló los mail y me armó la grande, amenazó con terminar, me prohibió seguir con ese cuento, fue un escándalo de aquellos. Llamé a la bogada y le dije que no me escribiera más, que mi polola me había cachado y que no quería atados. Finales de marzo… Por favor bórrate de mi vida. 

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