Si la abogada tiene una virtud, esa es su paciencia y
capacidad de perdonar. No sé cómo lo hace pero tenía un nivel de tolerancia
altísimo. Eso sí igual me hizo sufrir su resto, se demoró como cinco días en
llamarme, les juro que casi me desmayo cuando escuché su voz, en un momento me
pasé el rollo de que no me iba a llamar más, es que en honor a la verdad yo la
hubiera visto, así de frente con otra persona, hombre o mujer y que corran
porque me acrimino… Pero bueno, la cosa es que me llamó, dejó el orgullo de
lado, cosa que yo no hice y tomó el teléfono para marcar mi número… Cuando contesté le dije al tiro juntémonos, no
hablemos por teléfono por favor. Ella me llamaba exactamente para lo mismo.
También quería verme y conversar cara a cara.
Como ya se había hecho costumbre, me fue a buscar a mi
departamento y primero decidimos estacionamos un rato en una calle cercana, para
aclarar de una ciertos puntos… De verdad yo lo único que quería era abrazarla,
tocarla, darle besos y rogarle que dejáramos de lado todo lo malo, todo lo que
pasó, los celos y las inseguridades. Es que en esos días también tuve tiempo
para pensar y recapacitar, al final agarrarme al Crespo, creerle al gordo y
pelear con la abogada eran parte de un auto boicot para terminar con esa
relación lésbica que me tenía aterrada, una estupidez de marca mayor, lo sé,
pero los que han vivido algo parecido podrán entender que la cosa es bien difícil.
Hoy quizás no tanto o un poco menos que antes, pero lo que les estoy contando
pasó hace 14 años, en un Chile mucho más homofóbico y conservador.
En fin, sigamos, mientras conversábamos le hacía cariño en el
brazo y podía sentir esa electricidad que te recorre entera, que te eriza la
piel y se transforma en mariposas en la guata. Tocarla me trasladaba al
paraíso, me alejaba de todos los miedos e inseguridades, llegaba a un mundo de
paz, en el que el tacto y las miradas lo eran todo, en el que sólo ella y yo
importábamos, es una sensación mezcla de mariposas en el estómago con una especie de opresión en
la garganta que algunas veces te provoca ganas de llorar como de la emoción… Me
puse romántica parece. Bueno, así me sentía y qué quieren que les diga, llegó
un momento en el que no aguanté más tantas conversa y le di un beso, al
principio ella no quería, teníamos harto que hablar todavía, pero igual yo
sabía que tenía en su interior las mismas ganas locas de tocar estos labios
carnocitos… Así que insistí hasta que me resultó. Tampoco es que me haya
costado tanto, un par de miradas y unas palabras tiernas suavecitas y listo, siempre caen redonditas.
Como la calle estaba oscura y vacía aproveché de tocarla por
debajo de la polera, intenté meter mis manos en su pantalón, quería sentir esa
humedad que a mí me consumía cada vez que estábamos juntas, cada vez que la
besaba, incluso cada vez que la veía. Pero ella no estaba lista y me pidió que
parara… Aunque me costó la respeté.
Yo creo que para distender un poco el
momento, siempre tenso cuando a una le cortan la inspiración en pleno momento
sexual, me invitó a tomar un trago, fuimos a un bar, honestamente no me acuerdo
cual, sólo sé que seguimos hablando de todo, de la vida, del mundo, de nuestras
familias y de las ganas que teníamos de que nuestro amor durara para siempre,
decidimos dejar de escuchar pelambres, me dijo que ella en el fondo de su
corazón sabía que era el gordo el que estaba detrás de todas las historias de
infidelidad que le habían endilgado y me pidió que confiara en ella, que no
creyera más en sus cahuines porque él estaba celoso y quería
separarnos para volver a ser el centro de nuestra atención. Le encontré razón así que en eso quedamos. Les juro que
después de esa noche pensé que todo estaba arreglado, que comenzaríamos de
nuevo y que seríamos capaces de enfrentar lo que fuera para estar juntas.
Durante algunas semanas estuvimos increíblemente bien, nos
alejamos del gordo y del grupo de amigos para empezar, esta vez de verdad, a
armar algo juntas, como pareja. Seguíamos viéndonos en las mañanas en mi departamento,
el sexo continuaba siendo de la cintura para arriba, porque la verdad después del no rotundo en
el auto no me atreví a insistir más, igual yo era virgen, ella había estado con
un hombre antes y tocándonos les juro que con el puro roce tenía unos orgasmos
increíbles,- por lo menos en ese momento, porque ahora que conozco harto más
del mudo de la sexualidad nica aguanto unos simples toqueteos-. En fin,
tocarla, sentir sus pechugas, darle besos, rozar con mis labios sus pezones,
era erotismo puro.
Bueno, como les decía estuvimos increíblemente bien un par de semanas, pero
de un día para otro la abogada cambió en 180 grados, del cielo a la tierra.
Comenzó a dejar de ir a verme en la mañana con la excusa de que estaba en
periodo de exámenes en la U, de a poco dejó de llamarme y de contestar mis
llamados. Un día después de varios sin vernos; a todo esto ya estábamos cerca
de Navidad; le rogué que nos juntáramos a conversar, quería saber qué le
pasaba, no entendía nada, pero era obvio que algo andaba demasiado mal.
Ella me decía que no podía, que tenía mucho que estudiar, que
se iría al campo con su familia a pasar las fiestas y que después nos viéramos.
Me enojé, pero de esas rabias con pena, quería verla, estar con ella. Le corté
el teléfono y salí llorando a andar en bicicleta para despejarme y para que mi
familia no me viera mal.
Ella me volvió a llamar un rato después, sus palabras nunca
más las olvidé y hasta el día de hoy me acuerdo y me duelen:
- Mira, la verdad es que no quiero verte más, no te amo, no te voy a amar y nunca te amé.
- Mira, la verdad es que no quiero verte más, no te amo, no te voy a amar y nunca te amé.
Fue tanta mi impresión que mientras me decía esas palabras me
caí en la bicicleta, choqué la punta del manubrio con una señalética y volé de
una esquina a otra, quedé ensangrentada, moreteada y con el corazón roto.
Pucha... Que penita y manso accidente
ResponderEliminarFue tremendo porrazo!
EliminarSaludos!
Ooooh entonces era verdad lo que decía él gordo????????
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