viernes, 26 de junio de 2015

Mejor una colorada que cien amarillas

Les juro que por mucho tiempo me pregunté si a la abogada le faltaban neuronas, era muy cobarde o tenía planeada una muy linda venganza por todo lo que pasó cuando terminamos 7 años atrás, pero les juro, que lo que les voy a contar ahora ya parece un chiste cruel, me acuerdo y me da rabia aunque han pasado 6 años. En fin, procedo a contarles la historia.

En el capítulo anterior les decía que la abogada se fue de vacaciones al norte todo lo que es in love, por primera vez desde que nos conocimos ese 2001, o sea cerca de 8 años atrás, habíamos logrado conectarnos, comenzar una relación de pareja lo más cercana a la normalidad posible, a pesar de la falta de tiempo para estar juntas y de que su mamá todavía no sabía de mi existencia, pero estábamos enamoradas, felices de estar juntas y de la idea de comenzar a escribir líneas alegres en una historia de amor que estaba llena de complicaciones y miedos.

Así con ella en el norte y yo en Santiago trabajando hablábamos todos los días por teléfono varias veces, nos contábamos hasta los más mínimos detalles de lo que habíamos hecho, cuando había tiempo y estábamos solas teníamos sexo telefónico, nos extrañábamos como locas, el tiempo pasaba lento y eso nos empezó a pasar la cuenta. De las conversaciones alegres comenzamos a tener pequeñas discusiones ilógicas, luego los celos empezaron a afectar, es que ella salía mucho, al principio me hacía la loca, con un pásalo bien hablamos mañana porque me quiero dormir temprano, pero en mi interior estaba inquieta, no seas tonta, no pasa nada, me repetía una y otra vez, pero había algo que me tenía intranquila.

Bueno, en todo caso para mí no todo era trabajo, durante esos días me re encontré con mi amiga la famosilla, (esa de la historia del sexo en mi casa, con mi mamá durmiendo en la pieza de al lado) teníamos planeado salir a carretear, idea que a la abogada no le gustó para nada, cometí el error de contarle todo lo que hace tiempo pasó entre nosotras y obvio le dieron unos celos terribles, por lo que durante algunos días aplacé la junta, hasta que me aburrí de ser yo la que hiciera todo para que estuviera bien, mientras ella se dedicaba a carretear de sol a sol.  

Una noche, tuvimos una discusión grande por teléfono por este tema de sus carretes, con despedidas de solteras incluida y a mí me ponía problemas para juntarme con una amiga, así que me piqué y le dije que iba a salir igual y que si me seguía molestando le sería infiel con otra mina; rotunda mentira y grave error, pero estaba enojada y las palabras salieron eyectadas de mi boca sin poder controlarlas. Ok, has lo que quieras, me respondió y me cortó el teléfono. La debo haber llamado 17 veces entre la pelea y que llegó la famosilla a buscarme, pero no me contestó, así que chao, vamos a pasarlo bien, le dije a mi amiga. Fuimos a comer algo, a tomarnos un trago y de puro enojada le dije que fuéramos a bailar, les prometo que me porté regio, aunque no me faltaron ganas de olvidarme que existía la abogada y agarrarme a cualquier mina por ahí. Pero no lo hice. Llegamos como a las 5 de la mañana de vuelta a mi departamento, en mi celular tenía como 28 llamadas perdidas ya se imaginarán de quien. La llamé de vuelta y me tira el peor balde de agua fría: me agarré a un weón. Te fui infiel.

Yo con mi amiga al lado, les juro que me dieron unas ganas tremendas de agarrarla y tener sexo de una, pero me aguanté. A la abogada le corté el teléfono y no le respondí más. Sólo le dije a la famosilla, esta weona me fue infiel otra vez. Nos quedamos mirando mudas, no sabía que decirme y a mí no me quedaban palabras.

Para ubicarlas en el tiempo esto debe haber sido una semana antes de finales de enero, o sea estaba pronta a llegar a Santiago. En todo ese tiempo, no le volví a responder el teléfono, me llamó hasta una de sus primas, - la única que sabía que estábamos juntas -, para decirme que la abogada estaba súper mal, arrepentida, que sólo habían sido unos besos con un ex pololo de la infancia en los estacionamientos de una discotheque, que por favor le contestara el teléfono, etc etc etc. Pero no, estaba convencida de los que tenía que hacer y le dije que no quería más, que ya era suficiente. Quizás antes pude perdonar que estuviera con otras minas, pero ahora, que supuestamente estábamos pololeando no, y menos con un hombre. O sea no había absolutamente ninguna posibilidad de reconciliación.

Les juro que nunca en mi vida había estado en una relación más bipolar que esa, y por lo mismo ya no aguantaba más, que ganas de volver a ser la pseudo rockera, media loca y sin corazón que se agarraba minas por un rato, pero no podía, estaba enamorada, como dicen por ahí mejor una colorada que 100 amarillas y ya llevábamos varias, así que a cerrar los ojos, bloquear el corazón y decir chao para siempre, eso era lo más sano. No más perdones, no más aparecidas en mi departamento para conversar, no más te amo que se los lleva el viento, me merecía una relación de verdad, no a alguien que se dedicaba una y otra vez a jugar con mis sentimientos.



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