Les juro que por mucho tiempo me pregunté si a la abogada le
faltaban neuronas, era muy cobarde o tenía planeada una muy linda venganza por
todo lo que pasó cuando terminamos 7 años atrás, pero les juro, que lo que les
voy a contar ahora ya parece un chiste cruel, me acuerdo y me da rabia aunque han
pasado 6 años. En fin, procedo a contarles la historia.
En el capítulo anterior les decía que la abogada se fue de
vacaciones al norte todo lo que es in
love, por primera vez desde que nos conocimos ese 2001, o sea cerca de 8
años atrás, habíamos logrado conectarnos, comenzar una relación de pareja lo
más cercana a la normalidad posible, a pesar de la falta de tiempo para estar
juntas y de que su mamá todavía no sabía de mi existencia, pero estábamos
enamoradas, felices de estar juntas y de la idea de comenzar a escribir líneas alegres
en una historia de amor que estaba llena de complicaciones y miedos.
Así con ella en el norte y yo en Santiago trabajando hablábamos
todos los días por teléfono varias veces, nos contábamos hasta los más mínimos
detalles de lo que habíamos hecho, cuando había tiempo y estábamos solas teníamos
sexo telefónico, nos extrañábamos como locas, el tiempo pasaba lento y eso nos
empezó a pasar la cuenta. De las conversaciones alegres comenzamos a tener
pequeñas discusiones ilógicas, luego los celos empezaron a afectar, es que ella
salía mucho, al principio me hacía la loca, con un pásalo bien hablamos mañana
porque me quiero dormir temprano, pero en mi interior estaba inquieta, no seas tonta, no pasa nada, me repetía
una y otra vez, pero había algo que me tenía intranquila.
Bueno, en todo caso para mí no todo era trabajo, durante esos
días me re encontré con mi amiga la famosilla, (esa de la historia del sexo en
mi casa, con mi mamá durmiendo en la pieza de al lado) teníamos planeado salir
a carretear, idea que a la abogada no le gustó para nada, cometí el error de
contarle todo lo que hace tiempo pasó entre nosotras y obvio le dieron unos
celos terribles, por lo que durante algunos días aplacé la junta, hasta que me
aburrí de ser yo la que hiciera todo para que estuviera bien, mientras ella se
dedicaba a carretear de sol a sol.
Una noche, tuvimos una discusión grande por teléfono por este
tema de sus carretes, con despedidas de solteras incluida y a mí me ponía problemas
para juntarme con una amiga, así que me piqué y le dije que iba a salir igual y
que si me seguía molestando le sería infiel con otra mina; rotunda mentira y
grave error, pero estaba enojada y las palabras salieron eyectadas de mi boca
sin poder controlarlas. Ok, has lo que quieras, me respondió y me cortó el
teléfono. La debo haber llamado 17 veces entre la pelea y que llegó la famosilla
a buscarme, pero no me contestó, así que chao, vamos a pasarlo bien, le dije a
mi amiga. Fuimos a comer algo, a tomarnos un trago y de puro enojada le dije
que fuéramos a bailar, les prometo que me porté regio, aunque no me faltaron
ganas de olvidarme que existía la abogada y agarrarme a cualquier mina por ahí.
Pero no lo hice. Llegamos como a las 5 de la mañana de vuelta a mi
departamento, en mi celular tenía como 28 llamadas perdidas ya se imaginarán de
quien. La llamé de vuelta y me tira el peor balde de agua fría: me agarré a un
weón. Te fui infiel.
Yo con mi amiga al lado, les juro que me dieron unas ganas
tremendas de agarrarla y tener sexo de una, pero me aguanté. A la abogada le
corté el teléfono y no le respondí más. Sólo le dije a la famosilla, esta weona me fue infiel otra vez. Nos quedamos
mirando mudas, no sabía que decirme y a mí no me quedaban palabras.
Para ubicarlas en el tiempo esto debe haber sido una semana
antes de finales de enero, o sea estaba pronta a llegar a Santiago. En todo ese
tiempo, no le volví a responder el teléfono, me llamó hasta una de sus primas,
- la única que sabía que estábamos juntas -, para decirme que la abogada estaba
súper mal, arrepentida, que sólo habían sido unos besos con un ex pololo de la
infancia en los estacionamientos de una discotheque, que por favor le
contestara el teléfono, etc etc etc. Pero no, estaba convencida de los que
tenía que hacer y le dije que no quería más, que ya era suficiente. Quizás
antes pude perdonar que estuviera con otras minas, pero ahora, que
supuestamente estábamos pololeando no, y menos con un hombre. O sea no había
absolutamente ninguna posibilidad de reconciliación.
Les juro que nunca en mi vida había estado en una relación
más bipolar que esa, y por lo mismo ya no aguantaba más, que ganas de volver a
ser la pseudo rockera, media loca y sin corazón que se agarraba minas por un
rato, pero no podía, estaba enamorada, como dicen por ahí mejor una colorada
que 100 amarillas y ya llevábamos varias, así que a cerrar los ojos, bloquear
el corazón y decir chao para siempre, eso era lo más sano. No más perdones, no
más aparecidas en mi departamento para conversar, no más te amo que se los
lleva el viento, me merecía una relación de verdad, no a alguien que se
dedicaba una y otra vez a jugar con mis sentimientos.
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