Las cosas habían estado bien entre nosotras, pero como les
contaba en el capítulo anterior no podía dejar de tener ese sentimiento de ser
una especie de plato de segunda mesa, una amante pasajera con la que de vez en
cuando te juntas, tienes sexo, después te fumas un cigarrito, la regaloneas un
rato para dejarla conforme y te vas, casi sin mirar atrás, y yo quería más,
estaba enamorada y necesitaba una relación algo más formal, sentirme realmente
importante para la persona que tenía al lado, poder con el tiempo decir ella es mi pareja, sin miedos ni vergüenza, mirando de frente a una
sociedad que aunque pretende estar cambiada, sigue siendo discriminadora, sobre
todo con la homosexualidad femenina, por lo menos así lo siento yo.
Tenía entre mis manos un sentimiento de valentía sin igual
guiado por el amor, poco a poco fui saliendo del closet entre mis compañeros de
universidad, - no le conté a todos, pero si a los más cercanos, esos que hasta
hoy son mis amigos -, sentía que; como me pasó con los del colegio, prefería
perder gente a vivir en una mentira, inventando pololos o sospechosas solterías
eternas. Además uno de mis sueños es ser activista, quizás no participando de
todas las marchas o formando parte de alguna agrupación, sino que como espero
estar haciéndolo con el blog, contando mi historia, mis defectos, virtudes,
amores y desamores. Contando, si es que a alguien le sirve, que se puede, a
pesar del rechazo y del miedo, con valentía y mirando al mundo con la frente en
alto, finalmente se puede ser feliz.
Ya, me fui en volada, mis disculpas, continuemos con la
historia. Como les decía le puse un ultimátum a la abogada: o le cuentas a tu
mamá que yo existo y que estamos juntas o nosotras llegamos hasta aquí. Pero, como
se dice por ahí la salvó la campana porque al día siguiente se iba hasta
finales de enero de vacaciones al norte con su papá y hermanos, y como no podía
hablar con la mamá de la relación que estaba comenzando a formar conmigo y
mandarse a cambiar de un día para otro sin profundizar en el tema, - aunque
hubiera sido harto más fácil para ella-, le di plazo hasta su regreso en
febrero, pero de ahí no había más tiempo. Me prometió que hablaría con ella y
que haría todo por ponerme en mi lugar, aunque hasta ese momento tampoco estaba
muy claro qué lugar era ese, si la abogada parecía no tener ninguna intención
en pololear conmigo, por lo menos eso sentía yo.
Pero la noche antes de irse, me sorprendió, por fin después
de varios meses se decidió y me pidió pololeo, obvio, estábamos en la azotea de
mi edificio conversando de nosotras, de la vida, etc. y de repente me toma la
mano, me dice que me ama y que no quiere irse de vacaciones sin hacerme una
pregunta. ¿Cuál? le digo yo. Me mira con sus ojitos tiernos y nerviosos y me
dice: ¿quieres pololear conmigo? Siiiiiiiii, obvio, era lo único que quería. Me
hizo demasiado feliz saber que, aunque no nos veríamos en poco más de un mes, -
lo que me tenía con un bajón horrible -, ya estábamos oficialmente juntas. Ya
éramos una pareja de verdad. Seguro muchas piensan que soy súper perna o
anticuada, pero si han leído el blog se darán cuenta que no era así, fue ella
la que me cambió, la que me tenía locamente enamorada y formalizar o ponerle
nombre a la relación pasó de ser un tema realmente importante para mí.
Esa noche hicimos el amor como locas, no nos importó si subía
alguien y nos veía no nos importó nada, como en Puerto Pollenza, la canción de la ídola Sandra Mihanovic:
“Y tu mirada se clavó
en mis ojos y mi sonrisa se instaló en mi cara y se esfumó la habitación, la
gente, y el miedo se escapó por la ventana. Y amándonos en una carretera nos
sorprendió la luz de un nuevo día como a dos jóvenes adolescentes tu mano
húmeda sobre la mía. Te nació este amor... Y nuestros cuerpos festejaron juntos
ese deseado y esperado encuentro, y un sol muy rojo te guiñaba un ojo mientras
se disfrazaba de aguacero. Y sin dormir nos fuimos a la playa y nos besamos
descaradamente alucinando al gordito de gafas que fue corriendo a cambiarse los
lentes”.
Claro, no estábamos en una carretera y no alucinamos a ningún
gordito de gafas, por suerte no nos pilló nadie, pero pucha que tuvimos harto
sexo, de esos buenos buenos, los de despedidas, reencuentros o
reconciliaciones, o sea los mejores. La conexión se volvía cada vez más
profunda, estábamos aprendiendo a conocernos y aceptarnos tal como éramos,
nuestros cuerpos estaban hechos para estar juntos, al igual que nuestras mentes
y corazones, por eso era tan importante que fuera honesta con su mamá, que pudiéramos
comenzar a vivir nuestro amor libremente, sin más miedos, sin tiempos limitados
y visitas a escondidas. Era claro que nacimos para estar juntas y nada ni nadie
podía evitarlo. Así, total y absolutamente in
love la abogada de fue de vacaciones al norte.
No hay comentarios:
Publicar un comentario