Cuando la abogada empezó a contarme todo sobre de su romance
lésbico apenas podía ponerle atención. Mi cabeza daba vueltas, el corazón me latía
a mil, es que no lo podía creer, primera vez que me gustaba una mina; real, no
de teleseries y estaba contándome que le gustaban las mujeres, o por lo menos
una, nunca hablamos de ser lesbianas, no siquiera me importaba, quería probar,
ver cómo era darle un beso a otra mujer, jamás me plantee pololear, ni nada por el
estilo, por lo menos en un principio, aunque esa sensación de que había
conocido a mi media naranja, de hace más de dos años atrás, al mirarla seguía
ahí, intacta… Que extraño, ¿realmente la abogada era mi alma gemela? La única
forma de salir de la duda era dándole un beso, así de simple para mí en ese
momento, después claro todo fue mucho más complicado de lo que imaginé esa
noche.
Bueno, ¿ahora qué
hago? ¿Cómo lo hago? Tengo que agarrármela, tiene que ser ella... No quiero que
sea nadie más. Todo eso pasaba por mi cabeza mientras la abogada me contaba de
su aventura/enamoramiento, lésbico…
Estuvimos harto rato sentados, tomando piscolas y
conversando, el gordo nos dijo que ya era hora de que fuéramos a bailar, ellos
se adelantaron, yo pasé por la barra, me pedí una piscola y mientras me la servían
me puse a conversar con el barman, era re buena onda, nos reímos harto, me hizo
unos copetes gigantes, onda una piscina de pisco… Ahí se me prendió la
ampolleta, ¿y si la curo? Se puede pero es feo, pensé, pero mis ganas y mi
madurez terminaron por encontrarme toda la razón… Tenía que curarla, así nos
relajábamos un poquito y todo fluía más fácil…
A ver, igual, en mi defensa, tenía 18 años y fue la
estrategia más lógica en ese momento. Obvio, calor, transpiración, sensualidad
y copete… Y así no más fue, baile, una piscola, baile, otra piscola, sucesivamente
cada 10 minutos, iba y venía de la barra… Fueron 7 cabezonas, estábamos ebrias.
Sonaba Madonna, había un especial con la doble oficial. A pesar de que el trago
me tenía bien envalentonada igual no podía más de los nervios. Le tomé la mano,
comencé a hacerle cariño, estaba atrás de ella. Se dio vuelta. Bailamos, la
música era más o menos rápida las típicas más conocidas de Madonna, Like a virgin, Like a Prayer, las
clásicas, pero nosotras nos abrazamos; quería quedarme así para siempre, pegada
a ella. Nos miramos. Las mariposas tenían una fiesta en mi guata. ¿Me lanzo? Sí,
no, no sé y de repente, de un segundo a otro estábamos dándonos un beso, no sé quién
dio el primer paso, sólo sé que por fin nos estábamos dando un beso.
Fue una noche mágica, no lo podía creer, ¿me estaba
enamorando?, ¿podía pasar algo así sólo con un beso? Es que les juro que yo esa
noche estaba segura de que habíamos nacido para estar juntas.
Claro que como en mi vida las cosas no pueden ser tranquilas
y normales, el cuento se empezó a poner medio turbio. El gordo, que no soportaba
no ser el centro de la atención, parece que se colapsó con esto de que dos de
sus amigas hayan estado agarrando y como todos estábamos enfermos de curados,
se puso a darnos besos cuáticos, primero a la abogada, después a mí, después
los tres… Yo quería que se fuera, que nos dejara solas, pero al mismo tiempo
nunca había hecho nada cercano a un trío, o sea ni cercano ni lejano, yo era
virgen. Es que aunque antes tuve pololos nunca me quise acostar con ellos, pero eso es harina
de otro costal.
Besos entre los tres, besos las dos solas, baile, y de nuevo todos
agarrando, hasta que la abogada fue al baño y aproveché de pedirle al gordo, -
con la sutileza que desde chica me caracteriza -, que me dejara de hueviar, que
quería estar sola, que la mina me gustaba de verdad… Aunque me hizo caso, por
todo lo que pasó después tengo claro que mucho no le gustó…
La noche siguió espectacular, me sentía en las nubes, el
gordo por su lado se agarró a un tipo por ahí y nosotras no paramos más de
tirar, besos por todas partes, las que
se pueden en medio de una disco, boca, cuello, su roce loco en una pechuga, pero piolita,
igual con susto, aún no cachábamos en lo que nos estábamos metiendo…
Cerca de las 5 de la mañana nos fuimos, a la rastra por el
copete, llegué a mi casa alucinando, todavía no lo podía creer. Sólo una cosa,
-aparte del mini trio -, me pareció extraña, un tipo que bailaba cerca de
nosotras como tres veces nos iluminó con un encendedor las caras, raro pero no pesqué mucho… Ni siquiera
me fijé bien quien era… Un par de semanas después me enteraría y no sería
agradable…
Porqueeeee nos dejas con la dudaaaa.
ResponderEliminarJajajajajajjaja martes viene otro dato al margen y jueves un nuevo capítulo de las historia con la abogada!!!!
EliminarQue rico que te guste el blog Carolina y gracias por dejar tu comentario!!!!
ESTOY PEGADO AMIGA!!! ME ENCANTA
ResponderEliminarBuena amigo! Muchas gracias! Ayúdenme dando a conocer el blog en sus redes sociales!
EliminarUn besito!